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El cáncer es la enfermedad del siglo y muchos de los esfuerzos, tanto de la ciencia como económicos, se centrar en reducir su impacto en la salud pública general. Poco a poco, los nuevos estudios e investigaciones, van encontrando herramientas más allá de la medicación, que pueden ayudar forma significativa a la lucha contra esta enfermedad. Entre las más importantes se destaca por supuesto la alimentación saludable y el deporte.
Con respecto a este último, un grupo de investigación de la Universidad Edith Cowan, en Australia, ha realizado un interesante estudio en el que han demostrado el papel crucial que tiene el ejercicio físico, no solo en la prevención contra el cáncer, sino en el propio tratamiento, incluso en casos en los que los tumores se encuentran avanzados. Estas investigaciones, han demostrado que un paciente con tumores desarrollados, puede experimentar un importante cambio en seis meses de entrenamiento.
La mioquina y cómo nos protege del cáncer
En la investigación, dieron con la pieza clave que explica el porqué de un impacto tan importante en el cuerpo debido al ejercicio físico, y esa es la mioquina. La mioquina es una proteína que nuestro cuerpo es capaz de producir siempre que realizamos actividades físicas, ya que se libera de los músculos esqueléticos, y se ha observado que tiene la capacidad de suprimir el desarrollo tumoral, e incluso de combatirlas activamente al estimular los procesos anticancerígenos de nuestro organismo.
Así lo demostró este estudio realizado en un grupo de nueve pacientes con cáncer de próstata avanzado, que se consideran incurables, a los que se les introdujo rutinas deportivas en su día a día. El estudio publicado en la revista científica 'Prostate Cancer and Prostatic Dieases', comenta que el aumento de la mioquina en el organismo es capaz de cambiar la química del cuerpo de un paciente con esta patología, ayudándolo a su mejoría.
Las sesiones de ejercicio
También se observó, que una sola sesión de ejercicios era suficiente para elevar las mioquinas en el organismo de estos pacientes, colaborando en el proceso de supresión de células cancerígenas El tiempo de estas sesiones era de 34 minutos con ejercicios de alta intensidad en una bicicleta estática, tras la que se realizaba una recolección de muestras, y posteriormente se aplicaban otros 30 minutos de actividad.
De esta forma, los investigadores observaron que en las muestras extraídas inmediatamente después de los primeros 34 minutos, ya mostraban elevados niveles de mioquinas, lo que se acabó traduciendo en una reducción de las células cancerígenas en una media del 17 % en los pacientes. En los siguientes 30 minutos de ejercicio, los valores de esta proteína volvieron a niveles normales.
Rob Newton, supervisor del estudio, comenta que: "Los resultados de nuestro trabajo son especialmente interesantes, ya que por primera vez se ha demostrado que los hombres con cáncer de próstata avanzado son capaces de producir un aumento agudo de unas moléculas anticancerígenas denominadas mioquinas en respuesta a una única sesión de ejercicio intenso. Esto nos está ayudando a entender por qué los pacientes con cáncer que hacen ejercicio presentan una progresión más lenta de la enfermedad y sobreviven más tiempo".
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