Lectura fácil
Oímos mucho las palabras “cloacas del Estado” cuando Unidas Podemos estaba en la oposición del gobierno y se refería a la mala praxis política, con casos como la corrupción del PP o la 'trama Villarejo'. Dentro de la expresión, también englobaba las famosas puertas giratorias y enchufismos o favores para la compra de votos.
Que esto exista es algo innegable y quien lo cuestione posiblemente sea un fanático político, que defienda a ultranza cada decisión de su partido. Lo que yo coloquialmente llamo bufanderos, muy extendidos tanto en la izquierda como en la derecha.
Creo que Pablo Iglesias no pudo estar más acertado con la expresión, que define muy bien la toxicidad intrínseca de cualquier Estado, pero no se percató que el futuro le iba a llevar a ser protagonista de las mismas. Por fortuna, la hemeroteca no engaña nadie y se confirma, una vez más, que lo que uno dice desde fuera del poder político, cambia rotundamente cuando se llega al propio poder.
La corrupción no es de derechas ni de izquierdas, es una demagogia pueril utilizada por quienes quieren ganar el voto barato. La corrupción es humana, llevamos más de 20 siglos comprobándolo y algunos todavía quieren negarlo. Sin embargo, es muy fácil vender utopía y alejarse de la realidad, en eso son auténticos expertos los comunistas, que siguen defendiendo un sistema que ha sido corroborado una y otra vez como un despiadado desastre económico y social. Y lo defienden por un ideario ficticio, que sigue sosteniéndose por el qué podría ser y no por el qué ha sido.
Pero la vida te va poniendo en su sitio, y como el joven más revolucionario acaba entendiendo como funciona el sistema, el propio Pablo Iglesias acaba siendo preso de sus palabras. Las cloacas forman ya parte del gobierno actual, que en tres meses ha tenido más escándalos de lo que cualquier opositor podía imaginar. Y no les echo la culpa, repito que siempre que permitamos concentraciones de poder, inexorablemente acabará pasando esto.
La historia tiene poca memoria, pero siempre nos enseña algo nuevo
La asignación de Dolores Delgado como nueva Fiscal General; la acusación de José Manuel Calvente (exabogado de Unidas Podemos) sobre las anomalías financieras del partido; la relación y financiación irregular por parte del régimen chavista; el caso de prostitución de menores en baleares; la red clientelar y compra de votos a través de chiringuitos (por ejemplo, más de 150 millones de euros a subvenciones feministas, que se dice pronto); el apoyo al “Delcygate”, y podríamos seguir nombrando casos, que no hacen más que demostrar el cambio de discurso y de comportamiento de una persona antes y después de llegar al poder.
No hay forma de evitar el conflicto de interés en un órgano de planificación social, no podemos esperar que un núcleo de personas decida sobre el resto sin malversar intereses propios, es pura ciencia ficción. La única manera de controlar las cloacas es que el político tenga las manos atadas al gasto, y ya sabemos que, a día de hoy, esa no es una opción real. El Estado ha cogido tanto poder, con el control de la política monetaria, social y fiscal, que sólo crece como un virus en nuestro organismo.
Seguimos con una venda en los ojos y, al igual que con el comunismo, los socialdemócratas prefieren apostar por el que podría ser y no por el que ha sido. La corrupción política irá siempre de la mano del Estado y seguir apostando por utopías no hace más que perjudicar y devastar la realidad.
Señores, no es más honesta la derecha que la izquierda, ni viceversa, ambas han acabado y acabarán cediendo a la naturaleza humana, mientras les sigamos dando poder. Todos han chupado de la teta de la deuda, gastando por encima de sus posibilidades y en detrimento de los ahorros de la sociedad. Todos se han corrompido y se han aprovechado del sistema.
Sí entendemos esto, lo único que nos queda es tratar de reducir el poder político y devolver libertades y competencias a la sociedad. Eso sí, si no empezamos por ganar la batalla intelectual, esta idea será también ciencia ficción.
Añadir nuevo comentario