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Nueve de cada diez personas en los países pobres no podrán vacunarse en 2021, según el informe ‘La vacuna: un bien público global para afrontar una pandemia’, elaborado por las ONG que impulsan la campaña ‘No es sano'.
La carrera global por una vacuna contra el covid-19 ha sido, probablemente, una de las más decisivas y frenéticas de nuestro tiempo. En menos de un año, farmacéuticas, gobiernos, aerolíneas, centros de investigación y empresas de todo el mundo se han unido en un esfuerzo en común para materializar una inyección que se ha vuelto la última esperanza para salir del oscuro túnel de muertes, contagios y confinamientos que ha sacudido el mundo de un extremo a otro.
Sin embargo, el proceso de vacunación en estas regiones no funcionará “a buen ritmo” hasta 2023, por lo que hasta entonces, no podrá decirse que estamos a salvo.
Los países más pobres no tendrán dosis para administrar incluso ni a sus poblaciones más vulnerables
En la actualidad, más de 8.870 millones de dosis se han comprometido en compras avanzadas a nivel global, unos 7.750 millones a través de acuerdos bilaterales y 1.120 millones a través de Covax (mecanismo global de compra conjunta de vacunas Covid-19).
Del total, el 53 % —más de 4.700 millones— han sido reservadas por los países ricos. Mientras, los países de rentas medias y bajas solo tienen aseguradas apenas un 17 %.
El estudio del que nos hacemos eco compara la situación de países como Israel, donde más del 56 % de la población ya ha recibido las dos dosis, o de Reino Unido y Canadá, que tienen capacidad para vacunar hasta casi cuatro veces a toda su población; con la de Níger, que ha recibido 1.500 dosis, u Honduras, que ha inmunizado al 0,6 % de sus habitantes. Más de una decena de países ni siquiera han recibido su primera vacuna.
En los países pobres, solo 1 de cada 500 personas en promedio ha recibido una de las vacunas disponibles contra el Covid-19, mientras que en los países ricos una de cada cuatro personas ya está inmunizada total o parcialmente.
Según estimaciones de la OMS, se necesitan casi 12.000 millones de dosis para que el 75 % de la población mundial pueda ser inmunizada
Las compañías propietarias de las patentes y los conocimientos técnicos han mantenido el control de la producción y se niegan a compartir el conocimiento y de hecho, rechazaron C-TAP, un mecanismo impulsado por la OMS para compartir voluntariamente los datos y la propiedad intelectual con otras empresas.
En cambio, han alcanzado acuerdos bilaterales con compañías socias para la producción completa de las dosis o, en otros muchos casos, cediendo parcialmente sus conocimientos y subcontratando solo algunas etapas, como la producción de la sustancia activa o el llenado y terminado de viales.
Otro problema que señala el informe es que la producción de las vacunas aprobadas ha quedado muy concentrada geográficamente en países de renta alta, principalmente en Europa y Estados Unidos. Sin embargo, existe una potencial capacidad de producción en Asia, América Latina y África que está siendo desaprovechada.
Si los laboratorios accediesen a compartir conocimientos, países como Bangladesh o Vietnam podrían empezar a fabricar, y otros que ya están produciendo, como Argentina o India, tendrían una capacidad mucho mayor.
En esta nueva carrera los mayores beneficiados no serán, necesariamente, quienes terminen primero
Y es que según un estudio que realizó la Universidad de Duke en Estados Unidos y que se volvió referencia en el tema en los últimos meses, la forma en la que se distribuyen actualmente las vacunas supone otro grave peligro de salud pública a nivel mundial.
Los expertos temen que, de continuar como va el actual sistema de distribución, el virus podría seguir mutando, hacer inefectivas las actuales vacunas, además de producir consecuencias económicas, políticas y morales devastadoras.
La distribución desigual de las vacunas es peligrosa para todos. Ciertamente es un fracaso moral, pero también nos enfrentamos a resultados económicos y de salud catastróficos.
Provocará muchas más muertes en todo el mundo, especialmente entre nuestros vecinos más vulnerables.
El Covid se puede vencer gracias a la solidaridad; no hay que dejar a nadie atrás, especialmente a los países más vulnerables que no pueden hacer frente económicamente a una campaña de vacunación extendida a toda la población.
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