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El papel higiénico es ese producto que está tan presente en nuestras vidas, que nos acompaña sin percatarnos de su presencia y que nos saca de miles de apuros.
Convive con nosotros en nuestros hogares desde hace bastantes años, y a pesar de su antigüedad, ha sabido reinventarse. Ya podemos encontrar este tipo de producto en formato húmedo, etc.
Además de utilizar el papel higiénico para limpiarnos cuando vamos al baño, muchos lo emplean para hacer una capa en los retretes de los lugares públicos.
El papel higiénico no se utiliza para todo
No nos libramos ninguno. Alguna vez, todos, hemos entrado a un aseo público y antes de sentarnos hemos cubierto esa parte del váter con trocitos de papel higiénico.
Incluso los hay más exagerados que lo cubren como si de embalsamar una momia se tratase. Pero sea como fuese, el objetivo es crear una capa para evitar, en la medida que sea posible, que nuestra piel entre en contacto con una zona que ha sido tocada por miles de personas antes.
El caso, es que una práctica tan extendida, en realidad no nos protege de las bacterias que habitan, y siempre y cuando esté bien seco.
Los retretes están diseñados para que se repelan los microorganismo, de ahí viene su diseño curvo y su superficie suave. Donde si que se pegan las bacterias que "saltan" de las deposiciones es en todo lo demás, incluyendo el papel higiénico. Es decir, hay más bacterias en el papel que en el propio asiento de la taza del váter.
Debemos confiar en la protección que nos brinda nuestro propio organismo
Según un artículo publicado por la revista Time, en el que habla el doctor William Schaffner, nos cuentan que no hay evidencia de que al cubrir el asiento de un váter con el papel higiénico nos vayamos a proteger contra los gérmenes.
Además, Philip Tierno, profesor de Microbiología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Nueva York explica que la superficie porosa del papel es altamente proclive a almacenar las bacterias.
Los expertos indican que tenemos que tener en cuenta que la piel, hasta la que recubre nuestro glúteos, es una una barrera muy fiable contra los gérmenes.
Uno de los verdaderos riesgos de pillar las bacterias es cuando no nos lavamos las manos después de ir al baño y luego toquemos todo. Así es cuando los gérmenes penetran en nuestro organismo.
Un consejo es que no sigas utilizando el papel higiénico para cubrir el váter, y una idea es que intentes realizar tus necesidades en cuclillas, aunque cueste un poco más, pero así tu piel no entrará en contacto con esta parte del retrete. Eso sí, las manos lavadas siempre.
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