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La parálisis cerebral es un grupo de trastornos que causan problemas del movimiento, el equilibrio y la postura. Afecta la corteza motora del cerebro, la parte de este órgano que dirige el movimiento muscular.
Cada 6 de octubre se conmemora esta enfermedad para crear conciencia sobre ella. Una fecha dedicada a los pacientes con esta condición y a sus familias con el objetivo de visibilizar y reivindicar sus necesidades y darles el apoyo que necesitan.
¿Qué es la parálisis cerebral?
Tal y como la define la Confederación Aspace, esta parálisis es una discapacidad producida por una lesión en el cerebro que afecta a la movilidad y la postura de la persona, limitando su actividad. Esta discapacidad puede ir acompañada de una discapacidad sensorial o intelectual en mayor o menor grado. Por ello, se trata de una pluridiscapacidad.
Según datos de Aspace, se estima que una de cada 500 personas padece esta parálisis. Dicho de otra forma, en España hay 120.000 personas afectadas. "Es muy importante saber que la parálisis cerebral no se puede curar. Estrictamente no es una enfermedad, pues no requiere de ningún tratamiento, ni farmacológico ni terapéutico", explican. "Sin embargo, los síntomas de esta discapacidad sí que pueden ser tratados, especialmente desde cuatro áreas fundamentales: fisioterapia, logopedia, apoyos educativos y terapia ocupacional".
De este modo, la persona afectada debe recibir una atención adecuada que le ayude a mejorar sus movimientos, estimule su desarrollo intelectual, desarrolle su comunicación y potencia sus habilidades sociales. Todo con el fin de alcanzar los mayores niveles de autonomía y llevar una vida plena.
Al no manifestarse por igual en todas las personas, lo que depende de la intensidad y el momento concreto en que se produce la lesión, es posible que alguna viva sin práctica manifestación de su dispacaidad, mientras otras requieran el apoyo de terceras personas.
Rasgos principales de la parálisis cerebral
La parálisis cerebral es permanente, esto implica que la lesión neurológica que se ha producido es irreversible y persiste a lo largo de toda la vida. Aunque no aumenta ni disminuye, las consecuencias y síntomas pueden cambiar, ya sea cambiar o empeorar.
La alteración del sistema neuromotor influye en aspectos físicos como son la postura o el movimiento, y se produce antes de que el desarrollo y el crecimiento del cerebro se haya completado. Según apunta Aspace, puede suceder durante la gestación, el parto o los tres primeros años de vida del niño o niña, ya que es en este periodo cuando el sistema nervioso central está en plena maduración.
La lesión también puede afectar a otras funciones como la atención, la percepción, la memoria, el lenguaje y el razonamiento. El número de funciones dañadas depende, por un lado, del lugar, tipo, localización, amplitud y disfunción de la lesión neurológica, y por el otro, por el momento en que se produce el daño, es decir, el nivel de maduración del encéfalo.
Además, la lesión interfiere en el desarrollo del Sistema Nervioso Central. Al producirse el daño en el proceso madurativo del cerebro, por tanto, también influye en el desarrollo del niño o niña.
Un diagnóstico precoz es fundamental
Es importante acudir al pediatra ante cualquier comportamiento sospechoso del desarrollo del bebé, quien determinará la diferencia entre un retraso normal en el desarrollo o bien uno que pudiera indicar parálisis en el cerebro u otro tipo de discapacidad. Aspace alerta de la importancia de un diagnóstico precoz para conseguir el mayor grado de rehabilitación del bebé.
Además de las dificultades en el movimiento, pueden aparecer alteraciones sensoriales, del comportamiento, de personalidad, cognitivas, comunicativas o de salud.
Las manifestaciones cognitivas más comunes
Aspace indica varias manifestaciones cognitivas frecuentes de esta enfermedad:
Trastornos del habla y el lenguaje: dificultad para formar palabras y hablar de forma clara. Estas manifestaciones se encuentran presentes en más de un tercio de los niños y niñas con parálisis cerebral. La capacidad dependerá, en primer lugar, del desarrollo intelectual, y en segundo, de la habilidad motriz para controlar los músculos. "Muchos niños y niñas pueden ejercitar la comunicación verbal, y para los casos en los que resulta más complicado, existen sistemas aumentativos y alternativos para la comunicación", explica la confederación experta.
Problemas de aprendizaje: se pueden mostrar debido a dificultades en la atención, concentración, memorización, con el procesamiento de la información o el control de impulsos.
Discapacidad intelectual: los bebés afectados no necesariamente poseen déficit cognitivo, ya que pueden preservar sus capacidades cognitivas "intactas", y en algunos casos manifestar un retraso cognitivo.
Las manifestaciones sensoriales más comunes
Visión: el problema más común es el estrabismo. Se puede corregir con un parche, toxina botulímica o con intervención quirúrgica.
Audición: aunque el deterioro auditivo es poco frecuente, si tienen afectado el nervio auditivo pueden desarrollar hipoacusia.
Percepción espacial: en ocasiones, los menores no son capaces de relacionar el espacio con su cuerpo. Les resulta difícil, por ejemplo, calcular las distancias o construir visualmente en tres dimensiones, según Aspace, ya que ello requiere la función coordinada de ambos ojos. "Esto se debe a una lesión cerebral y no está relacionado con la inteligencia", indican.
La parálisis cerebral necesita apoyo y sensibilización
Además de garantizar que las personas con parálisis cerebral y sus familias cuentan con ayudas suficientes para llevar a cabo una vida plena, es importante que los medios, personas con repercusión en redes, expertos y el propio entorno de los afectados ayuden a sensibilizar sobre este trastorno. También es crucial apoyar la investigación e impulsar campañas de voluntariado para que su apoyo y conocimiento vaya más allá de su conmemoración eventual.
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