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El Parque Nacional de Doñana está en una situación de “colapso ecológico” y así lo evidencian cinco datos científicos, según un informe de WWF en colaboración con 30 científicos de organismos de investigación como la Estación Biológica de Doñana (EBD), el Instituto Geológico y Minero de España (IGME) y el Instituto Español de Oceanografía (IEO), y varias universidades.
Esa revisión científica, titulada ‘Ciencia para salvar Doñana’, indica que las actuales presiones han desencadenado un “efecto dominó” de pérdida de biodiversidad que están llevando al entorno a “un punto de no retorno por la sobreexplotación del agua, el crecimiento irracional del regadío legal e ilegal, y el urbanismo insostenible” en Matalascañas (Huelva).
La primera evidencia del informe es que “el humedal recibe cada vez menos agua”. La red fluvial del entorno de Doñana, a excepción de la cuenca alta del Guadiamar, está en mal estado ecológico. Los caudales circundantes del arroyo de la Rocina, que alimenta directamente a la marisma, han disminuido más del 60 % por la disminución de las lluvias y la falta de aportaciones superficiales y subterráneas.
Doñana se ver perjudicado por la falta de precipitaciones así como la sobreexplotación del agua y el urbanismo insostenible entre otras razones que vamos a conocer más detalladamente
La segunda alude a que “hay muy poca agua y muy contaminada por fertilizantes, herbicidas, compuestos farmacéuticos y vertidos urbanos”. Así, 14 masas de agua de Doñana están en mal estado químico, según el Plan Hidrológico del Guadalquivir. La eutrofización y concentración de compuestos farmacéuticos de los afluentes y la marisma se ha acelerado en las últimas décadas y en muchas ocasiones alcanza niveles incompatibles con la conservación de la biodiversidad.
Pese a la construcción de depuradoras para los vertidos desde 2002 y la declaración de la zona vulnerable a nitratos en 2008, los datos actuales muestran que la contaminación se ha incrementado y afecta a especies y a todos los ecosistemas.
La tercera evidencia científica se refiere a que “el acuífero de Almonte-Marismas está en alerta roja y sobreexplotado”. Según estudios científicos, se extrae más agua del acuífero de la que se recarga y las aportaciones subterráneas a los arroyos que alimentan a la marisma han disminuido de forma alarmante.
Ello se debe, según el informe, a “décadas de sobreexplotación, principalmente ligada a la expansión de un modelo de producción agrícola industrial destinado a la exportación”. De los 16 sectores en los que se divide el acuífero de Doñana, ni uno solo está en situación de normalidad.
La cuarta evidencia científica es que “más de la mitad de las lagunas peridunares han sido borradas del mapa”. El crecimiento del área turística de Matalascañas también ha contribuido al deterioro del ecosistema dunar. Hay una tendencia descendente de unos dos o tres metros desde 1995 hasta la actualidad, agravado por los efectos del incremento de la evaporación registrado debido al aumento de la temperatura del aire.
Todas las lagunas, tanto temporales como permanentes, incluida la laguna de Santa Olalla, se han secado completamente durante los veranos de 2022 y 2023.
Y la quinta evidencia científica se refiere a que “la biodiversidad de Doñana está en ‘caída libre’”, ya que no llega agua suficiente, ni subterránea, ni superficial a los ecosistemas acuáticos y terrestres que la necesitan para sobrevivir.
Desaparición de especies importantísimas para el ecosistema
Consecuencia de ello es la reducción de indicadores clave como la muerte de los alcornoques centenarios, que precisan de altos niveles freáticos para alimentar sus raíces; la pérdida de especies de anfibios por desaparición de lagunas y reducción de superficie de la marisma, y la desaparición en 40 años de 28 especies de libélulas y caballitos del diablo, especies que dependen de los ecosistemas acuáticos para desarrollar sus larvas.
“Hemos revisado toda la información científica disponible y hemos contado con los mejores expertos para demostrar de forma irrefutable como la contaminación de sus aguas, la sobreexplotación del acuífero para el cultivo de fresas o el turismo insostenible han deteriorado significativamente los hábitats y las especies propias de Doñana”, indicó Teresa Gil, responsable del Programa de Agua de WWF España.
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