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La pobreza infantil en España ha sido un problema persistente y estructural con variaciones significativas en los últimos años. Desde 2018, informes y estudios han analizado la evolución de este fenómeno, destacando tanto los factores que lo agravan como los esfuerzos y políticas implementadas para mitigar sus efectos.
La pobreza infantil en España crece desde 2018
La pobreza infantil en España ha sido un problema persistente y estructural que ha experimentado cambios significativos desde 2018 hasta la actualidad. En ese año, la tasa se situaba en un preocupante 26,8 %, afectando a más de 2,4 millones de niños y niñas en el país. Esta cifra revelaba una realidad alarmante: la pobreza entre los más jóvenes superaba en 7,4 puntos porcentuales la tasa de pobreza general de la población, evidenciando la vulnerabilidad específica de los hogares con menores.
Entre 2019 y 2021, aunque se mantuvo una relativa estabilidad en la tasa de pobreza infantil, los niveles seguían siendo preocupantemente altos. En 2021, España se destacó en la Unión Europea como el país con la tasa más elevada de pobreza, llegando al 27,8 %. Este período también estuvo marcado por un incremento en la privación material, la pobreza subjetiva y la pobreza monetaria, lo que complicó aún más la situación de los niños y niñas en el país.
Sin embargo, el panorama se tornó aún más sombrío con la llegada de la pandemia de COVID-19, que tuvo un impacto devastador en la economía y la sociedad española. Aunque en 2020 se observó una leve mejoría en la tasa de pobreza, la crisis sanitaria y económica que sobrevino revirtió estos avances.
Para 2022, la tasa había vuelto a aumentar, alcanzando el 28,9 %. Este incremento del 1,1 % con respecto al año anterior se atribuyó principalmente a la crisis inflacionaria y al aumento generalizado de las rentas, que elevaron los umbrales con los que se calculan estas ratios.
Esta evolución en España refleja no solo los desafíos económicos y sociales del país, sino también la necesidad urgente de implementar medidas efectivas para abordar este problema de manera integral y sostenida.
¿Qué factores han contribuido a esta situación?
Diversos factores han contribuido al persistente aumento de la pobreza infantil en España. La desigualdad regional es un aspecto destacado, con regiones como Andalucía, Canarias, Murcia y Extremadura mostrando tasas de pobreza infantil elevadas, mientras que otras, como el País Vasco, Madrid y La Rioja, tienen mejores indicadores.
Las familias migrantes y monoparentales son especialmente vulnerables, con tasas del 70 % cuando ambos progenitores son extranjeros y del 45 % en hogares monoparentales.
La carencia material severa ha alcanzado un récord histórico en 2023, afectando al 10,8 % de los niños y adolescentes, lo que refleja la falta de recursos básicos para una vida digna, como alimentos y acceso a energía eléctrica.
En respuesta a esta situación, se han implementado políticas y medidas para abordar la situación en España. Entre ellas se encuentra el Ingreso Mínimo Vital (IMV), introducido en 2020, que, junto con su complemento de infancia, ha sido fundamental para apoyar a los hogares más vulnerables. Sin embargo, la inversión en prestaciones para la infancia en España sigue siendo inferior a la media europea.
Acciones y proyecciones de cara al futuro
El Plan de Acción Estatal para la Implementación de la Garantía Infantil Europea (GIE) establece el marco y las acciones necesarias para combatir esta situación, aunque su efectividad aún está en evaluación.
Además, organizaciones como UNICEF y Save the Children han propuesto medidas adicionales, como la creación de una prestación universal para todos los niños y niñas, y la implementación de políticas de conciliación laboral y familiar más efectivas, como parte de los esfuerzos para mitigar este problema.
A pesar de los esfuerzos realizados, la pobreza entre los menores en España sigue siendo un desafío significativo para el futuro. Las proyecciones indican que, sin medidas urgentes y efectivas, la tasa podría mantenerse alta en la próxima década. Save the Children estima que en 2030, la tasa de pobreza podría llegar al 26,5 %, una cifra inaceptable para una sociedad desarrollada.
Para abordar este problema de manera efectiva, es crucial que las políticas públicas se enfoquen en las múltiples dimensiones de la pobreza infantil. Esto incluye mejorar las condiciones económicas generales, garantizar el acceso a servicios básicos de calidad y crear oportunidades de empleo digno para los padres y cuidadores.
Además, es fundamental prestar especial atención a los grupos más vulnerables, como las familias migrantes y monoparentales, y diseñar medidas específicas para reducir las desigualdades regionales que agravan el problema.
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