15/03/2024 - 17:30
Lectura fácil
La serie "La Reina Carlota", disponible en Netflix, es una precuela de la popular saga ambientada en el siglo XIX, Los Bridgerton. Al inicio del primer episodio, la serie nos explica que "no es una lección de historia, es una ficción inspirada en los hechos".
A pesar de que la mayoría de los personajes y tramas secundarias presentadas en la serie, como Lady Danbury, no son reales, la serie conserva algunos detalles esenciales que reflejan la vida de los monarcas de Gran Bretaña e Irlanda a finales del siglo XVIII y principios del XIX.
¿Quién es la reina Carlota?
Sofía Carlota nació el 19 de mayo de 1744 en Mirow, un pueblo en el norte de lo que hoy es Alemania, cuando esta región formaba parte del Sacro Imperio Romano Germánico. Era una de las hijas menores del duque Carlos Luis Federico de Mecklemburgo-Strelitz y la princesa Isabel Albertina de Sajonia-Hildburghausen, según la Casa Real Británica.
En cuanto a su apariencia física, no hay consenso sobre si la reina era negra, como se la representa en la serie. Algunos historiadores, como Mario de Valdés y Cocom, sugieren que tenía "rasgos africanos" y sugieren una posible ascendencia de Margarita de Castro y Sousa, quien podría haber pertenecido a "una rama negra de la casa real portuguesa". También argumentan que las representaciones contemporáneas que la muestran con "piel clara" podrían haber ocultado su ascendencia para ajustarse a los estándares de belleza eurocéntricos de la época.
No obstante, otros historiadores argumentan que la ascendencia africana de Carlota era tan distante que es poco probable que haya tenido un impacto significativo en su apariencia, como lo señala National Geographic.
¿Quién era Jorge III?
Jorge Guillermo Federico, por otro lado, nació el 4 de junio de 1738 en Londres. Fue el hijo mayor de Federico, Príncipe de Gales, y la Princesa Augusta de Sajonia-Gotha, quien también es representada en la serie de ficción. Según registros de la Casa Real Británica, Jorge se convirtió en heredero al trono tras la muerte de su padre en 1751, ascendiendo al trono en 1760 tras el fallecimiento de su abuelo, Jorge II.
El rey Jorge III tenía un particular interés en la ciencia astronómica, tanto que tenía su propio observatorio en el palacio de Kew. También dedicaba gran parte de su tiempo libre a la agricultura, lo que le valió el apodo popular de 'Granjero Jorge', como se muestra en la serie.
El matrimonio concertado
El rey Jorge III de Inglaterra subió al trono en 1760 a la edad de 22 años y soltero, lo que lo llevó a buscar una esposa rápidamente. Eligieron a Carlota, una joven de 17 años de Mecklemburgo-Strelitz. Se casaron en septiembre de 1761 sin haberse conocido previamente en persona. A pesar de esto, vivieron juntos felizmente, desarrollando intereses comunes y formando una familia numerosa con 15 hijos, 13 de los cuales sobrevivieron hasta la edad adulta. Sin embargo, en 1765, Jorge III comenzó a tener problemas de salud graves.
La enfermedad del rey
Durante los primeros años de su matrimonio, Jorge III gozaba de buena salud. Sin embargo, en 1765 sufrió un ataque temporal de salud mental sin precedentes, que pasó desapercibido para la reina. Este episodio marcó el inicio de una enfermedad que lo afectaría hasta su fallecimiento.
En el siglo XX, dos psiquiatras analizaron su caso y sugirieron que sufría de porfiria, un trastorno metabólico, según lo documenta la página web del Royal Collection Trust. La porfiria puede manifestarse con síntomas como alucinaciones, confusión mental y convulsiones, entre otros. Sin embargo, investigaciones más recientes sugieren que el rey podría haber tenido trastorno bipolar.
En 1788, Jorge sufrió un segundo ataque de salud mental más severo que el primero. Durante este episodio, el rey exhibió comportamiento agresivo y experimentó intensas alucinaciones y delirios, por lo que los médicos reales solicitaron la ayuda de Francis Willis, un médico conocido por tratar enfermedades mentales.
El médico
Willis creía que la sobreexcitación era la causa principal de los trastornos mentales, por lo que sometió a Jorge a un tratamiento que algunos consideraron "brutal". Este tratamiento incluía el aislamiento del monarca en una habitación donde se le inmovilizaba en una silla con camisas de fuerza, entre otras medidas. A pesar de esto, el rey mostró signos de mejoría.
La enfermedad de Jorge afectaba profundamente a Carlota, quien se sentía abrumada por un miedo secreto, según relató Francis Burney, uno de sus asistentes, en 1788. La situación la perturbaba enormemente, y Burney describió cómo luchaba por mantener la calma en presencia del rey.
Jorge sufrió recaídas en 1789, 1801 y 1804, hasta que en 1810 quedó "permanentemente trastornado", según afirma la Casa Real Británica.
Con el avance de la enfermedad, Jorge fue recluido en el castillo de Windsor, mientras Carlota se ocupaba de su numerosa familia con la preocupación añadida de que sus hijos casados no tuvieran descendencia que asegurara la continuidad en el trono.
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