Lectura fácil
En primer lugar felicitar a 'Trading Way of life' por la interesante y práctica presentación sobre técnicas e instrumentos para invertir o especular en los diversos mercados a nuestra disposición a lo largo y ancho de este actual mundo globalizado. Durante la misma se ha hecho una referencia constante a la actuación de las denominadas “manos fuertes”, su naturaleza, presencia, actuación e indicadores de actividad en los diversos mercados.
Me gustaría hacer unas breves consideraciones al respecto para intentar centrar el tema en sus justas dimensiones.
Las "manos fuertes"
Cuando hablamos de “manos fuertes” como opuestas a las “débiles” nos estamos refiriendo básicamente para simplificar a cuatro clases de actores.
En primer lugar los que utilizan los mercados para cubrir los riesgos que se derivan de la fluctuación de los precios de los activos que constituyen la base de su industria, tanto en el campo de las materias primas, por ejemplo: cereales, minerales, azúcar…productores o consumidores. Como en el ámbito financiero: tipos de interés, divisas, tanto como medio de asegurar o reforzar sus cuentas de resultados.
En segundo lugar las instituciones que por la necesidad derivada de su actividad deben estar siempre invertidos para cubrir adecuadamente unas expectativas de rentabilidad para compensar y retribuir las exigencias últimas de sus clientes: bancos, compañías de seguros, fondos de pensiones…
En tercer lugar aquellas entidades o personas que disponen de un considerable patrimonio particular, o sindicado, constituido por acciones o dinero y con un volumen suficientemente grande como para influir con sus operaciones en los mercados. Entre estos últimos habría un cuarto grupo que serían aquellos cuya actividad se centra en grandes operaciones especulativas a corto plazo, los famosos “hedge funds”.
En realidad todos estos grupos interaccionan de formas más o menos complicadas y en un estudio profundo habría que considerarlos a todos, pero en este caso que nos ocupa nos vamos a centrar en los grupos dos y tres con su apéndice de cuatro.
Lo que caracteriza fundamentalmente a los grupos dos y tres debería ser la buscada de la rentabilidad real
Este extremo es el que en última instancia va a actuar sobre sus decisiones de inversión, ya que el tipo de prestaciones o servicios a los que deberán hacer frente condicionan su conducta inversora, y dado el volumen de recursos de que estamos hablando tienen un peso muy considerable en la marcha de los mercados. En el largo plazo serían estos objetivos reales, los que deberían condicionar su decisión y cuando decidirse por uno u otro vehículo o activo de inversión.
Por ello, a la hora de hablar de “gestión patrimonial” no tanto de especulación, que ha de centrarse imperativamente en el corto, cortísimo plazo, es fundamental para el inversor el determinar cuáles son las necesidades, situación y condicionantes de esos grupos, poder hacer un estudio no solo de la evolución nominal de los precios de los activos sino la rentabilidad real que es la que cuenta a la hora de materializar beneficios en función del poder adquisitivo en el momento de la realización del mismo beneficio o valoración de patrimonio.
Recuerdo aquella anécdota que se repetía en Wall Street, del que se felicitaba por haber conseguido vender su perro por un millón de dólares y cuando se le preguntaban los detalles, aclaraba que había sido a cambio de dos gatos de medio millón…
Aunque este tipo de inversores, salvando el grupo cuatro, absolutamente especulativo, errático por consiguiente, no estén continuamente interviniendo en los mercados, debe estarse muy atento a sus circunstancias particulares, ya que suponen, con diferencia, la masa de activos más numeroso “movilizable” por un número relativamente reducido de centros de decisión, lo que acaba arrastrando a la totalidad del mercado.
Por ello para centrarnos en la rentabilidad real en el largo plazo: cuando estudiemos las gráficas, deberíamos pensar en introducir en esos parámetros unos coeficientes correctores por inflación y variaciones del contexto que deberían influir decisivamente en la rentabilidad real con arreglo a las necesidades de tales inversores, y por tanto el pequeño inversor no puede ignorar esas filosofías de inversión a la hora de tomar decisiones a su nivel, debería conocer igualmente cuales son las políticas de inversión en función de esos parámetros que van a seguir “los grandes” puesto que condicionaran su propio resultado: ¿Cuáles son las directrices o criterios, los valores preferidos, que están siguiendo los poderosos a la hora de calcular el éxito o fracaso de su inversión.
Un desafío para cualquier analista técnico, no demasiado complicado, asequible para cualquier pequeño inversor, los grandes ya disponen de esas herramientas o sus equivalentes, sería elaborar gráficas a largo plazo, incluso a medio, incluyendo estos factores correctores frente a una simple evolución nominal de precios, pues incluso respetando los principios del análisis técnico no hacerlo es como hacerse trampas en el solitario. Nos llevaríamos grandes sorpresas, comparando, con unos y otros mercados, si estudiamos la evolución de los precios de muchas acciones, introduciendo estos factores correctores, inflación, moneda, impuestos…
Tales prácticas tienen un interés orientativo para el especulador a corto, para este el factor más importante es el “timing” el momento de entrar y salir, y en este caso el factor más condicionante serían los del grupo cuatro: especuladores con grandes recursos. Bernard Baruch, uno de los “tycoons”, especuladores más notorios, de la bolsa de Nueva York, en su día, cuando le preguntaron que si sabía lo que iba a hacer la bolsa al día siguiente contestó sin pestañear, afirmativamente: fluctuar… Lo que no decía a continuación es que el manipulaba escandalosamente el mercado… Este es el peligro del corto, que cese la música en un juego de sillas musicales, y por eso, las técnicas apuntadas en la presentación son imprescindibles para disciplinar la práctica del trading sin olvidarse de las corrientes o tendencias de fondo, y para eso hay que considerar, aunque no esencialmente, los temas apuntados anteriormente: ¡Nunca lleves durante demasiado tiempo la contraria a una tendencia de fondo!
Muy importante no hay que olvidarse de que en una espantada no hay “grande” que la pare… Aunque sea una medio paradoja, los pequeños que parecen no contar, son muchos más. Esto es algo que se olvida con frecuencia, por ejemplo: en los mercados de divisas cuando se habla de la intervención de los bancos centrales, que parecen imbatibles a la hora de fijar precios, a diario se mueve mucho más que cualquier intervención, sea de bancos centrales, grandes instituciones o fondos de gran calado.
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