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En 2024, Rusia mantiene un arsenal nuclear compuesto por 5.580 cabezas nucleares, de las cuales 4.380 se consideran operativas, según un informe del Boletín de Científicos Atómicos. Este arsenal está distribuido de manera estratégica, incluyendo armas desplegadas, almacenadas en reserva, y otras destinadas a desmantelamiento.
De las 5.580 cabezas, 1.710 están listas para uso inmediato, mientras que 2,670 permanecen en reserva como respaldo. Además, 1.200 cabezas han sido retiradas del servicio activo y están en espera de ser desmanteladas. Estas armas pueden ser lanzadas desde bombarderos, plataformas terrestres fijas o móviles, lo que subraya la flexibilidad operativa de este arsenal.
Escalada del conflicto y su impacto nuclear
La tensión internacional ha alcanzado nuevos picos tras mil días de conflicto en Ucrania. En este contexto, Estados Unidos ha autorizado el uso de misiles supersónicos fuera del territorio ucraniano, lo que ha resultado en ataques directos a objetivos rusos. En respuesta, Vladimir Putin ha ajustado la doctrina nuclear de Rusia, sugiriendo posibles ataques contra países que brinden apoyo militar a Ucrania. Este cambio estratégico marca un endurecimiento en la postura del Kremlin frente a la creciente participación occidental en el conflicto.
El Boletín de Científicos Atómicos destaca que, con la salida del país del tratado New START en 2023, se ha vuelto más difícil evaluar con precisión el estado del arsenal nuclear ruso. Este tratado, firmado en 2010, había permitido durante más de una década inspecciones regulares para garantizar la transparencia en la reducción de armas nucleares entre Rusia y Estados Unidos. Según el Departamento de Estado de EE.UU., ninguna de las 36 inspecciones programadas para 2023 llegó a realizarse.
La amenaza de los misiles balísticos
El arsenal ruso incluye 329 lanzadores de misiles balísticos intercontinentales (ICBM), capaces de portar cabezas nucleares. Recientemente, medios internacionales reportaron el uso de uno de estos misiles contra la ciudad ucraniana de Dnipro, un hecho sin precedentes en el conflicto. Sin embargo, según declaraciones del propio Putin, el misil empleado no era intercontinental, sino de alcance intermedio, lo que igualmente representa un desarrollo significativo en el tipo de armamento utilizado por Rusia.
Expertos citados por CNN han subrayado que esta es la primera vez que el país emplea un misil de tales características, lo que incrementa las preocupaciones sobre el alcance y la sofisticación de los ataques en el conflicto.
Amenazas constantes a Europa
Las amenazas de Rusia hacia Europa no son nuevas. En julio, desde el principal canal estatal de televisión ruso, se lanzó una advertencia dirigida a varias capitales europeas. Según la emisión, ciudades como Berlín, Varsovia, París y Praga podrían convertirse en objetivos de misiles balísticos rusos si estos se despliegan en Kaliningrado. Aunque este mensaje volvió a circular recientemente en redes sociales, su emisión original ocurrió el 14 de julio, pocos días después de que Estados Unidos anunciara planes para instalar misiles de largo alcance en Alemania en 2026.
El tono de estas declaraciones deja en claro que el país está dispuesto a mantener una postura agresiva mientras se desarrollan estos planes de armamento. Las amenazas no solo apuntan a disuadir acciones concretas de Occidente, sino también a reforzar la narrativa interna de fuerza y resistencia frente a lo que consideran una creciente presión internacional.
El panorama nuclear global se encuentra en un momento crítico, con Rusia reafirmando su poderío militar y mostrando una mayor disposición a utilizar armamento avanzado en conflictos actuales. Mientras tanto, el deterioro de los mecanismos de control, como el tratado New START, aumenta la incertidumbre y el riesgo de un enfrentamiento nuclear en un entorno ya de por sí volátil.
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