Nuestra salud cardiovascular sufre el aislamiento y la soledad

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25/08/2022 - 12:57
Proteger nuestra salud cardiovascular

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El ser humano es un ser sociable. La interacción con el otro no solo ha supuesto una garantía para nuestra supervivencia, sino que también nos a ayudado a generar familia y estructuras sociales más complejas. Para bien o para mal, necesitamos relacionarnos y el no hacerlo, o perder las conexiones y vínculos estrechos, nos afectan a nivel emocional, pero también a nivel físico. Concretamente, nuestra salud cardiovascular y cerebral, podrían sufrir el impacto del aislamiento o la soledad.

No es la primera vez que se habla sobre los efectos negativos de la soledad o los pocos vínculos. De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS), ya puso sobre la mesa el problema a nivel de salud que supone, sobre todo para las personas mayores, la soledad no deseada. Sin embargo, aun queda mucho trabajo de estudio que realizar, sobre todo en cuanto al impacto en la salud física, que a veces resulta menos evidente que la psicológica, pero igual de real. Por este motivo, un grupo de investigadores busca la relación entre soledad y deterioro de la salud cardiovascular.

La importancia de nuestras relaciones para la salud cardiovascular y cerebral

La Asociación Estadounidense del Corazón (AHA, por sus siglas en inglés), ha estado trabajando en una investigación, cuyos primeros resultados acaban de publicar en su revista, para intentar encontrar lazos que conecten las situaciones de aislamiento social y soledad por las que atraviesan las personas, y su estado de salud cardiovascular y cerebral. A partir de una revisión sistemática de artículos científicos publicados hasta 2021, este grupo de investigadores ha llegado a ciertas conclusiones que validan su hipótesis.

En las cifras que hallaron, resaltaron principalmente dos con respecto al riesgo a generar patologías en nuestra salud cardiovascular, con el sentirse en soledad y/o estar aislado socialmente. Vieron en los datos más recientes que se generaba un incremento del 29 % en sufrir o morir por un infarto en el corazón, y un aumento del 32 % en poder sufrir un ictus. La cifra se eleva considerablemente más, cuando se habla del riesgo que sufren las personas, que ya tienen estas patologías, de morir o volver a sufrirlas, alcanzando una cifra de un 40 %.

El ejercicio, un elemento clave

Otro aspecto que señalan los investigadores como punto clave que enlaza nuestra salud cardiovascular con las relaciones personales que mantenemos es el ejercicio físico. Normalmente, si permanecemos aislados o nos sentimos solos, realizamos menos actividades físicas, lo que tiene como principal consecuencia un impacto negativo en nuestra salud al volvernos más sedentarios.

Más estudios para otros colectivos de riesgo

A pesar de todos estos descubrimientos, los investigadores consideran que aun hay muy pocas investigaciones científicas sobre cómo puede afectar nuestras relaciones a la salud cardiovascular y cerebral, e incluso las que establecen relaciones con cifras sobre el deterioro cognitivo o el desarrollo de la demencia. Además señalan que es necesario conocer cómo estas situaciones pueden afectar a otros colectivos vulnerables como personas con bajos recursos, personas con discapacidad, niños, o grupos étnicos minoritarios, más allá del impacto psicológico.

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