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Hace pocos días, la conocida actriz francesa Sophie Marceau, especialmente conocida por su papel el 'Braveheart', publicó su segundo libro bajo el titulo 'La Souterraine', en el que habla sobre cine, poesía, literatura, interrelacionado con fragmentos autobiográficos y reflexionando sobre la sexualidad, el cuerpo y el peso del poder femenino. Algo que la llevó también ha tocar el tema de la sapiosexualidad y su declaración como parte de este colectivo.
Esta declaración no ha pasado desapercibida en los periódicos y las redes, que se han hecho eco y han devuelto a la sapiosexualidad a la mesa de debate para comprenderlo, conocerlo y sobre todo, responder a la pregunta que en algún momento nos hacemos cuando escuchamos hablar sobre este término: ¿seré sapiosexual? Y no es que se trate precisamente de una moda moderna, aunque quizá su nombre como tal sí lo sea, ya que se data de 1998, vamos, el otro día.
La sapiosexualidad, una atracción por el intelecto
El mundo se ha vuelto tan grande que hemos salido del encasillamiento limitado de la heterosexualidad y la homosexualidad en lo que sexualidad se refiere. En estas décadas, han ido apareciendo términos con los que definir mejor nuestras atracciones y prácticas, como la bisexualidad, la pansexualidad, la sapiosexualidad o la asexualidad.
Estos términos, aunque puedan parecer confusos e innecesarios para muchos, sirven para explicar formas en las que nos relacionamos e intentar generar una mayor tolerancia entorno a estos, aunque en muchas ocasiones se consiga lo contrario. En cualquier caso, nuestra sexualidad ya no se define en blanco o negro, sino que se ha enriquecido con una variedad de grises. Unos grises que surgen de las teorías de los años 90 en las que se empiezan a cuestionar entre otras cosas el género y la sexualidad.
Es en este momento, a finales de los 90, cuando se atribuye la primera mención a la sapiosexualidad, aunque en realidad es un término cuyo origen podríamos remontarnos a la Grecia clásica a través de los diálogos de Platón, concretamente en sus textos de 'El Banquete', en los que vierte todas sus teorías sobre el amor en su amplio significado. Y es que la sapiosexualidad no es otra cosa que la atracción sexual por el intelecto frente a la meramente física.
Más allá del cuerpo físico
De esta forma, hay muchos que aseguran que todos somos sapiosexuales, ya que el cerebro es considerado también como un 'órgano sexual', porque la mente interviene en nuestras relaciones y juega un papel clave, y la estimulación intelectual también forma parte de cualquier atracción física. Sin embargo, esto continua siendo ampliamente debatido.
En cualquier caso, lo que sí está claro en la definición sobre la sapiosexualidad, es el elemento del intelecto y que este queda por encima de cualquier atracción física o aspecto externo, así como por encima de cualquier sexo u orientación. Sentir una atracción sapiosexual nace, crece y se desarrolla en el cerebro, llegando a sentir placer real a través de una conversación estimulante, sin necesidad de contacto físico.
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