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Seguramente que a estas alturas de la película, con el verano concluyendo, muchas casas con niños estén centrados en la famosa vuelta al cole.
Las casas se llenan de mochilas nuevas, de lápices que están deseando desgastarse, de gomas de borrar chulísimas y del olor al plástico que forra los libros.
No podemos olvidarnos de las nuevas agendas, en las que se apuntarán, o no, los deberes para el día siguiente, las excursiones a las que hay que apuntarse y miles de cosas que comienzan con este nuevo curso.
Pero hay otra realidad de la vuelta al cole, y bastante cruda
No debemos olvidar que mientras que nosotros estamos emocionados por la vuelta al cole y por todos los materiales que vamos a estrenar, al otro lado de Europa viven una triste realidad.
Alrededor de 3,6 millones de menores ucranianos corren un riesgo elevado de no volver a clase en el nuevo curso, según la organización internacional World Vision.
A su juicio, esta crisis "es más que un conflicto y más que uno de los mayores desplazamientos de personas de la historia". Consideran que es "una crisis educativa, con una generación de niños y niñas que puede perder años de educación".
Y no solo no se podrá hacer la vuelta al cole, sino que la situación también lo ven como "una crisis de salud mental", con 1,5 millones de menores en riesgo de desarrollar problemas de este tipo a causa de la guerra.
Muchos niños y adolescentes refugiados no van a realizar la vuelta al cole porque aún no han sido inscritos, ya que las familias tienen la esperanza de poder volver a casa pronto, indicó World Vision.
La organización sostiene además que aunque pudieran volver a Ucrania y realizar la vuelta al cole, no hay garantía de que las escuelas no hayan sido destruidas por los combate ni de que tengan un refugio antibombas adecuado, acceso a la calefacción o dinero para pagar el combustible.
La incertidumbre de si al volver, si es que se pudiera, la escuela sigue en pie o ha sido bombardeada
Tras seis meses de conflicto, la ONG hizo un llamamiento a los gobiernos de acogida para que "hagan todo lo posible" a la hora de facilitar la incorporación de estos menores a la educación local, lo que puede incluir clases en ucraniano y distintas adaptaciones , así como ofrecerles apoyo psicosocial y ayuda para su integración social.
Tal y como señala la ONG World Vision, no se sabe con certeza si todos los menores desplazados podrán regresar a su país, y mucho menos si las escuelas siguen ahí, o han sido derribadas a causa de los bombardeos por la guerra.
Esta es la cruda realidad de la vuelta al cole de los menores ucranianos, que viven en la incertidumbre de si algún día podrán regresar a sus hogares, a su barrio y poder volver a sentarse en aquellos pupitres donde aprendían, sin guerras, sin bombas, sin odio.
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