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Las tormentas de polvo de gran envergadura tienen un efecto mayor de lo que se pensaba en el sistema climático mundial, según una investigación liderada por la Universidad de Leeds (Reino Unido) y el Centro Nacional para la Investigación Atmosférica (Estados Unidos).
De hecho, las tormentas gigantes en el golfo de Alaska pueden durar muchos días y enviar toneladas de sedimentos finos o limo a la atmósfera, con su consiguiente repercusión en el clima global.
El estudio, publicado en la revista ‘Science Advances’, indica que las tormentas son tan extensas que los satélites que orbitan alrededor de la Tierra pueden verlas. Una imagen capturada por el satélite Landsat en 2020 muestra polvo saliendo del valle y sobre la costa sur de Alaska.
Las súper tormentas de polvo suelen duran varios días, bastantes, enviando toneladas de sedimentos finos a la atmófera
A una temperatura lo suficientemente baja, estas partículas de las tormentas de polvo como el limo (fragmentos microscópicos de roca, minerales y vegetación) actúa como partículas nucleadoras de hielo, lo que fomenta la formación de cristales de hielo en las nubes.
Que la formación de hielo en las nubes se sume al calentamiento global o ayude a enfriar el planeta depende de la cantidad de hielo que contengan, la cantidad de partículas nucleadoras de hielo presentes y la naturaleza de esas partículas.
Investigaciones anteriores se han centrado en las partículas de las tormentas de polvo que se elevan a la atmósfera a partir de las tormentas en el Sáhara y en África y Asia, todas las cuales se encuentran en latitudes medias a bajas e involucran polvo generado en ambientes desérticos.
Los investigadores de la Universidad de Leeds adoptaron un enfoque diferente y decidieron observar una fuente de polvo en latitudes altas. Analizaron el polvo proveniente del valle del río Copper, en la costa sur de Alaska, que se extiende por más de 440 kilómetros. Se calcula que puede transportar 70 millones de toneladas de sedimentos glaciares cada año.
Durante los periodos de poca agua, en el verano y el otoño, los vientos levantan el sedimento y lo transportan a lo largo de cientos de kilómetros a través de América del Norte hasta alcanzar altitudes en las que puede causar la formación de hielo en las nubes.
Sin embargo, a diferencia del polvo del Sahara, las partículas de las tormentas de polvo del río Copper contienen un mayor volumen de material biológico, depositado por la rica vegetación y vida silvestre que vive en la región.
Hielo y polvo
Las partículas de polvo en la atmósfera son agentes importantes en la formación de hielo. En ausencia de polvo, el agua en las nubes puede permanecer en forma líquida, aunque las temperaturas estén muy por debajo del punto de congelación.
"Solo una pequeña fracción de las partículas de polvo en la atmósfera tiene la capacidad de nuclear hielo y apenas estamos comenzando a comprender sus fuentes y distribución global”, indica Benjamin Murray, científico atmosférico de la Facultad de la Tierra y el Medio Ambiente de la Universidad de Leeds.
Murray señala que “el hecho de que una nube se vuelva más o menos reflectante de la luz solar depende de la cantidad de hielo que contenga. Debemos poder comprender y cuantificar las diversas fuentes de partículas de formación de núcleos de hielo en todo el mundo”, añade.
Durante la investigación, Sarah Barr y Bethany Wyld, doctorandas en la Facultad de la Tierra y el Medio Ambiente de la Universidad de Leeds, recogieron muestras durante tormentas de polvo. Posteriormente, el material se analizó en el laboratorio y se comparó con los tipos de partículas de polvo que se originan en los ambientes desérticos.
Descubrieron que las partículas de Alaska eran más efectivas para formar hielo que el polvo que proviene del Sáhara, impulsado por la presencia de fragmentos microscópicos de sustancias biogénicas, partículas que habrían sido producidas por organismos vivos.
Por el contrario, se cree que las partículas de un mineral llamado feldespato de potasio son el principal agente nucleante del hielo en el polvo del Sáhara y lugares en latitudes medias y bajas.
“Sabíamos que los desiertos como el Sáhara son muy importantes para suministrar partículas de formación de núcleos de hielo a la atmósfera, pero este artículo muestra que los deltas de ríos como el valle del río Copper también son muy importantes”, indica Barr, respecto a las tormentas de polvo analizadas.
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