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El 6 de enero de 2021, una turba de seguidores del entonces presidente Donald Trump marchó hasta el Congreso con el propósito de impedir la confirmación de la victoria electoral de Joe Biden tras una oleada de bulos de fraude espoleada por el propio mandatario.
Pocos minutos después comenzó la invasión de la Cámara, el episodio más violento desde la guerra civil, y Estados Unidos oteó el abismo. Murieron cinco personas, resultaron heridos 140 policías. Sobre las tres y media de la madrugada, con el Congreso ya convertido en una fortaleza, senadores y congresistas se reunieron de nuevo y certificaron el resultado electoral.
El balance, un año después, es mixto. Conseguimos asegurar una transición pacífica aquella noche, la democracia funcionó. Sin embargo, esa gente ha tenido su éxito, no podemos hacer como que no existe.
Alrededor de un 70 % de los votantes de Trump sigue creyendo que Joe Biden llegó a la Casa Blanca gracias al fraude electoral
El terreno, en otras palabras, resulta más propicio que hace un año para una cruzada como la que Trump puso en marcha a lomos de un bulo tumbado decenas de veces en los tribunales. Y este bulo, lejos de marchitarse, sigue formando parte del menú habitual de medios como Newsmax o Infowars y de los correos electrónicos que el exmandatario —el favorito de las bases de cara a 2024— envía pidiendo donativos.
Un año después de que abandonara la Casa Blanca, tres generales retirados estadounidenses avisan de que hay indicios suficientes para temer una insurrección militar, tanto antes como después de las próximas elecciones presidenciales de 2024. A esta amenaza se une la división del ejército y la debilidad que ello supone, lo que podría ser un caramelo bien aprovechado para cualquier enemigo de los Estados Unidos.
El alarmante resultado final sería un conflicto civil, alimentado por las continuas declaraciones de varios miembros republicanos acerca de que las anteriores elecciones fueron fraudulentas, y que son respaldadas por al menos 124 ex altos mandos militares que han mostrado su apoyo al exmandatario, a través de una carta.
Opinion: 3 retired generals: The military must prepare now for a 2024 insurrection:
— Shomari Stone (@shomaristone) December 20, 2021
(By Paul D. Eaton, Antonio M. Taguba and Steven M. Anderson,@washingtonpost)https://t.co/frk8f6IWcz
Hay que recordar que esta advertencia, bien documentada y acompañada de datos, ha sido firmada por tres ex generales del ejército de los Estados Unidos y publicada por el Washington Post en un articulo de opinión, el pasado 17 de diciembre.
En ella, Paul D. Eaton, Antonio M. Tagubam y Steven M. Anderson, todos ellos ex generales de división con más de 30 años de servicio, expresan su preocupación por el potencial “caos letal dentro de nuestro ejército, que pondría a todos los estadounidenses en riesgo severo” así como por las posibles “secuelas presidenciales de 2024”.
El culto a Trump resiste un año después
El expresidente Donald Trump predijo que los votantes republicanos no participarán en las elecciones de 2022 y 2024 si el Partido Republicano no consigue de alguna manera revertir los resultados de las elecciones que perdió en 2020.
Trump, que fue vetado de Twitter y Facebook después de que una turba de sus partidarios asaltara el Capitolio de Estados Unidos con la esperanza de impedir que el Congreso certificara la victoria del colegio electoral del entonces presidente electo Joe Biden, pareció condicionar la futura participación de sus partidarios en el proceso democrático a que los funcionarios republicanos respalden las mentiras que ahora cuenta con frecuencia sobre un fraude electoral inexistente, en una declaración publicada por su comité de acción política.
“Si no resolvemos el fraude en las elecciones presidenciales de 2020 (que hemos documentado de forma exhaustiva y concluyente), los republicanos no votarán en el 22 ni en el 24”, escribió el expresidente. “Es lo más importante que deben hacer los republicanos”.
Las elecciones del 3 de noviembre de 2020 registraron una participación del 66 %, la mayor en 120 años. Biden se convirtió, en efecto, en el presidente que obtuvo el mayor número de apoyos en términos absolutos, 81,2 millones de sufragios frente a los 74,2 millones de Trump, que también resultó el segundo candidato más votado hasta ahora, pero esas papeletas no las cuestionan sus votantes. Ninguna de las auditorías realizadas en territorios que fueron críticos para el resultado final ha cambiado las tornas, aunque eso no ha acabado con los recelos.
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