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El presidente de EEUU, Donald Trump, sigue haciendo campaña electoral pese a que todavía quedan muchos meses por delante y rechaza la mascarilla otra vez.
De hecho, en su visita en Michigan a una planta de Ford que produce respiradores para pacientes con COVID-19, el presidente aprovechaba para sacar su artillería política hasta convertirlo en un verdadero acto de campaña.
Donald Trump hace campaña en una fábrica de Ford y rechaza la mascarilla
La visita y el acto no han sido casualidad, ya que Michigan es uno de los estados de los que depende su reelección en noviembre. A todo esto, Trump siguió con su rechazo a las medidas de seguridad y rechazó de nuevo ponerse la mascarilla en público, a pesar de que su uso era obligatorio en la fábrica.
La pandemia obligó al mandatario a suspender los mítines multitudinarios que daba regularmente y parece que quiere retomar "pronto", según sus mismas palabras.
No obstante, Donald Trump ha aprovechado visitas oficiales a los estados clave de Arizona, Pensilvania y ahora Michigan, para protagonizar actos que más bien podrían ser mítines encubiertos.
"No sé cómo demonios los sindicatos no están respaldando a Trump en lugar de al demócrata de turno. Un demócrata que ni siquiera sabe dónde está", dijo Trump durante su discurso en la fábrica de Ford.
Por si fuera poco, Trump se saltó en numerosas ocasiones el discurso que le habían preparado sus asesores políticos. En una de ellas, el presidente criticó a su rival en las elecciones de 2016, Hilary Clinton.
Sin mascarilla en público, Trump no la quiere
El presidente nunca ha llevado una mascarilla en público, por lo que no sorprendió que evitase de nuevo ponérsela durante su visita a la fábrica de Ford. De nada sirvió que tanto el presidente de la automovilística, Bill Ford, como la fiscal general de Michigan, la demócrata Dana Nessel, le pidieron hacerlo.
"No quería dar a la prensa el placer de verme" con la mascarilla, afirmó Trump cuando los periodistas le preguntaron por qué no la llevaba. Un acto más de insistencia en salirse con la suya que realmente refleja la arrogancia del presidente.
De esto no hay pruebas gráficas, pero el mandatario aseguró que había llevado la mascarilla durante parte de su recorrido por la fábrica, e incluso la enseñó a la prensa entre bromas diciendo que le quedaba bien.
Queda claro que Donald Trump no da ejemplo con su conducta y nada le importa el cargo tan importante que preside. En mitad de una pandemia tan grave como esta, sería razonable ver a los políticos cumplir con las normas de higiene y prevención que ellos mismos dictan para el conjunto de la sociedad.
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