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Ucrania, el centro de la creciente tensión entre Rusia y Occidente. El enfrentamiento potencialmente más peligroso con Moscú desde la Guerra Fría amenaza con consecuencias a nivel global.
De todos los desastres de la historia que trajeron imprevisibles y devastadoras consecuencias el más intrigante sigue siendo la Primera Guerra Mundial. Los historiadores llevan más de un siglo tratando de buscar el verdadero motivo por el que empezó el conflicto.
Actualmente, Vladimir Putin quiere respuestas afirmativas a sus demandas. Y si no las tiene, enseña sus cartas, a las que denomina militares y técnicas: es un ultimátum; es decir, sí a la guerra.
Desde la última escalada de 2014, Kiev y Moscú han estado técnicamente enfrentados después de que Vladimir Putin anexionara a su país la provincia de Crimea, en ese momento ucraniana. Si bien la presencia militar rusa en la zona limítrofe ha sido frecuente desde entonces, el aumento en los últimos meses de las tropas del Kremlin a lo largo de la frontera ha sido exponencial.
La guerra con la que amenaza Putin supera la famosa guerra preventiva de George W. Bush. No solo es ilegal, sino que culmina sus anteriores actuaciones ilegales, entre las que se incluye la anexión de Crimea y la promoción de la secesión de dos provincias ucranias. Prepara la invasión de un país vecino soberano que en nada amenaza la seguridad de Rusia, una guerra de agresión.
Si Rusia ataca a Ucrania, la guerra que los ucranios librarán responderá a todos los criterios legales y morales de la guerra justa
A lo largo de los siglos se han manejado todo tipo de pretextos para montar un casus belli y que las consecuencias de un conflicto son siempre imposibles de controlar y de imaginar.
Y que, una vez puestos en marcha algunos mecanismos, resulta muy difícil dar marcha atrás. Y también que las guerras pueden tener causas, pero no son accidentes naturales como los terremotos: las desencadenan un puñado de seres humanos, aunque la tragedia reside en que las sufren, en cambio, millones de otros seres humanos.
Las causas de una guerra pueden parecer absurdas o incoherentes pero detrás de ellas suele haber disputas y tensiones mucho más profundas. A veces basta una chispa para que una pila enorme de madera arda en llamas.
Un nuevo 'No a la guerra', como en 2003, comienza ahora contra la amenaza de Putin
Rusia ha seguido en su escalada militar, con acumulación de tropas, blindados y aviones en las fronteras con Ucrania, maniobras navales prácticamente en todos los mares y el uso de un lenguaje amenazador impropio de la diplomacia. La Unión Europea ha quedado hasta ahora fuera del diálogo. También ha sido excluido el Gobierno más comprometido, que es el de Kiev.
Las guerras las declaran y las impiden seres humanos. Pero, sobre todo, las sufren. Ha hecho bien el Gobierno español despejando toda incertidumbre y mandando dos fragatas al mar Negro y una escuadrilla aérea a Bulgaria. Para ayudar en la disuasión, para evitar la guerra, para devolver el contencioso a las instituciones internacionales y a la diplomacia de donde nunca debió salir.
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