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Madrid, 25 ene (EFE).- Si Juan Duyos, con el negro como bandera, ha presentado una costura íntima y minuciosa con elementos y referencias a España, Agatha Ruiz de la Prada ha preferido apostar este viernes por prendas brillantes cubiertas de purpurinas, en la segunda jornada de la pasarela madrileña.
Juan Duyos ha querido rendir un homenaje a España, según ha dicho a EFE el diseñador, quien ha comenzado su desfile con una serie de prendas negras, un color que no es habitual en su costura, pero que sin embargo en esta ocasión hace un canto al poder de la seducción.
Aunque el negro es el hilo conductor de la nueva colección, azules, frambuesas y dorados se abren paso entre bellísimos estampados de flores invernales como dalias y claveles, que alumbran abrigos y vestidos de gala, un nuevo desafío, "porque en la moda hay que proponer", argumenta Duyos, que se deleita con los volantes.
Tejidos y siluetas clásicas, con volumen o longilíneas, se adornan con volantes y flecos en lugares insospechados, una costura minuciosa, con alma, como la serie de vestidos de terciopelo con flores de almendro que se ha visto en una pasarela convertida en una suntuosa mesa cuajada de olores y sabores españoles.
Por su parte, la colección de Agatha Ruiz de la Prada para el próximo otoño-invierno es sexi y brillante. Como es habitual, el punto de partida es el "agathismo", es decir, los míticos iconos de la firma, pero en esta ocasión han revisionado los más antiguos, como el huevo frito, con mucha estrella y también espumillón navideño.
Esta nueva propuesta se antoja más divertida y arrolladora, con una importante presencia de la hija de Agatha Ruiz de la Prada, Cósima, que ha entrado en la empresa como "un torbellino, un vendaval de aire fresco", ha contado hoy a EFE el jefe de taller, Javier Carrera.
En una potente colección con 54 salidas, el colorido y el surrealismo, sellos indiscutibles de la casa, aparecen en prendas deportivas y propuestas nocturnas superbrillantes, dotadas de purpurina y lúrex.
Original ha resultado el vestido flor, un clavel español elaborado con seda natural en un taller de hilanderas de la isla de La Palma, que aún trabajan como se hacía en el siglo XVII.
Versátil, así se podría calificar esta propuesta que contiene trajes de chaquetas, chándales, sudaderas o cazadoras con notas de cómic, junto a conjuntos confeccionados con flores de plásticos, una nota "kitsch", que cede el paso a el vestido bandeja, la falda caramelo o el paraguas "taca-taca", siluetas que reafirman que la cabeza de Agatha Ruiz de la Prada es tan surrealista como brillante.
Antes, fascinado por la luz de Egipto, Roberto Verino ha ideado una colección para la próxima primavera-verano en la que recrea en sus estampados "ocas míticas de esta cultura" y elementos geométricos dibujados en cerámicas, además del ojo de Horus, detalle recurrente también en los zapatos.
El lino es la principal materia prima en vestidos y pantalones que se mezclan en una paleta de colores planos como el amarillo, el azul y los camel en saharianas y abrigos, con la intención de "poner en valor referencias que nos siguen sorprendido después de más de 4.000 años", explica Verino.
"El lujo está en los pequeños detalles", añade este diseñador, que pretende que con esta propuesta hombre y mujer se intercambien prendas entre ellos, como los "shorts" o los pantalones cargo.
En el trabajo de Hannibal Laguna se ha visto una colección de estilizados vestidos que recoge la cultura y los colores de los cinco continentes, pero sobre todo habla de costura, con hermosos volúmenes del "new look" de Dior en faldas, los patrones de Balenciaga sobre una chaqueta capa.
Si Ana Locking ha llevado a la pasarela una estética futuristas pero con una mirada al pasado, ensanchando las mangas y rasgándolas al estilo de la época de Felipe II, The 2nd Skin Co. ha preferido poner el foco en las alfombras rojas, su referente para diseñar una colección dirigida a las "celebrities".
Oteyza, encargado de abrir esta mañana la segunda jornada de la pasarela madrileña, ha vuelto a sumergirse en la cultura y el regionalismo español para plasmar la fuerza y la masculinidad en prendas que respiran vanguardia, como la calza, falda asimétrica, con cintura marcada, que arrastra por el suelo.
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Carmen Martín/Inmaculada Tapia.
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