Los veranos en España podrían durar 6 meses si no se frena el cambio climático

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14/03/2021 - 16:00
Fechas de duración de los veranos y los inviernos en 1952 y 2011, y proyecciones para 2050 y 2100 en las latitudes medias del hemisferio norte | Imagen: Wang et al 2020/Geophysical Research Letters/AGU

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Quedan pocos días para el cambio estación en España. El verano de 2021 llegará el último fin de semana de marzo coincidiendo con el Domingo de Ramos. A partir de ese domingo amanecerá y anochecerá más tarde, hasta otoño (octubre).

Un nuevo estudio ha revelado que el verano podría llegar a durar hasta seis meses y que el invierno apenas duraría 30 días.

Así, los veranos que abarcan cinco meses y medio pueden convertirse en la ‘nueva normalidad’ a finales de este siglo en las regiones comprendidas entre las latitudes medias del hemisferio norte, donde está situada España, si no se adoptan las medidas suficientes para frenar el cambio climático.

Los veranos serán cada vez más largos (algo que ya estamos experimentando)

Hasta hace algunos años podíamos decir que el verano duraba el período de tres meses que de hecho tiene establecido cada estación del año, pero de un tiempo a esta parte y debido al cambio climático, parece que los veranos serán cada vez más largos y alcanzarán un periodo de hasta seis meses cuando lleguemos al año 2100.

Esa tendencia se produciría principalmente en la región mediterránea y la meseta tibetana, según un estudio realizado por ocho investigadores de instituciones de Australia y China, y publicado en la revista ‘Geophysical Research Letters’.

Servimedia señala que esa proyección basada en temperaturas se produciría si no se realizan esfuerzos para mitigar el cambio climático y la ‘nueva normalidad’ veraniega tendría impactos de largo alcance en la agricultura, la salud humana y el medio ambiente.

El equipo de investigadores utilizó modelos establecidos de cambio climático para predecir cómo iban a cambiar las estaciones en los próximos años

Definieron el inicio del verano cuando la temperatura media empieza a situarse entre el 25 % de los días más calurosos de media entre 1952 y 2011, y el final de la estación estival cuando se sale de ese umbral.

Los científicos fijaron el comienzo del invierno cuando la temperatura empieza a estar entre el 25 % de las jornadas más frías y el final, cuando supera ese umbral.

La primavera se consideró como la transición del invierno al verano y el otoño, el periodo entre el verano y el invierno.

Después, utilizaron modelos climáticos para predecir cómo cambiarán las estaciones en el futuro.

Así, el verano duró 78 días en 1952 (del 23 de junio al 9 de septiembre) y 95 en 2011 (del 12 de junio al 15 de septiembre), en tanto que los inviernos se prolongaron durante 76 jornadas en la temporada 1952-1953 (del 5 de diciembre al 19 de febrero) y 73 en la de 2011-2012 (del 6 de diciembre al 17 de febrero).

¿Qué pasará en los años 2050 y 2100?

Pues bien, los investigadores proyectaron que, si no se toman medidas para mitigar el cambio climático mediante la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, en el año 2050 los veranos podrían durar cuatro meses (del 31 de mayo al 30 de septiembre) y los inviernos tendrían menos de dos meses (del 11 de diciembre al 5 de febrero).

Esa tendencia aumentaría en 2100, cuando el verano en las latitudes medias del hemisferio norte duraría cinco meses y medio (del 6 de mayo al 19 de octubre), y el invierno se acortaría a poco más de un mes (del 18 de diciembre al 18 de enero).

En consecuencia, la primavera y el verano comenzarán antes, mientras que el otoño y el invierno empezarán más tarde. Los mayores cambios de los ciclos estacionales se producirán en la región mediterránea y la meseta tibetana, según los autores.

Numerosos estudios ya han demostrado que las estaciones cambiantes causan riesgos ambientales y de salud significativos. Por ejemplo, las aves cambian sus patrones de migración y las plantas emergen y florecen en diferentes momentos. Estos cambios fenológicos pueden crear desajustes entre los animales y sus fuentes de alimentos, lo que altera las comunidades ecológicas.

Con temporadas agrícolas más largas, los seres humanos respirarán más polen causante de alergias y los mosquitos portadores de enfermedades pueden expandir su alcance hacia el norte.

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