El deshielo del permafrost acelera los riesgos para las comunidades del Ártico

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07/02/2025 - 17:30
Permafrost

Lectura fácil

El permafrost ocupa aproximadamente el 15 % de la superficie terrestre en el hemisferio norte. Se trata de una capa espesa de tierra en la que todo material orgánico permanece congelado de manera continua (por debajo de los 0 ºC), funcionando como un 'pegamento' que mantiene el suelo firme. Este fenómeno abarca vastas áreas en las regiones del norte, especialmente en Siberia, el Tíbet, Alaska y Canadá.

No obstante, el continuo incremento de la temperatura media global está acelerando la degradación del permafrost. Un reciente estudio interdisciplinario y transdisciplinario realizado por un equipo internacional de científicos; incluyendo físicos, ingenieros, expertos en ciencias ambientales y médicos, bajo la dirección de la Universidad de Viena y las universidades Técnica Danesa y de Umea, ha identificado cinco nuevas amenazas para las regiones del Ártico debido al rápido deshielo del terreno congelado y sus posibles repercusiones.

Problemas con la infraestructura del permafrost

En el Ártico, alrededor de tres millones de personas viven en áreas particularmente vulnerables a la degradación del permafrost (especialmente en zonas costeras y deltas). Este deshielo progresivo no solo tiene un impacto sobre los gases de efecto invernadero como el CO2 y el metano almacenados allí, que se liberarán a la atmósfera, sino que también tiene graves consecuencias para las personas que residen en estas áreas.

Por ejemplo, las construcciones, las carreteras y las tuberías dependen de la estabilidad que brinda el permafrost. Si el suelo se descongela, puede moverse o colapsar, lo que afectaría gravemente las infraestructuras humanas (las carreteras pueden agrietarse, las viviendas pueden inclinarse repentinamente...), especialmente en las zonas costeras, a lo largo de los ríos, en los deltas y en las regiones montañosas.

Interrupciones en el transporte y suministro

En diversas zonas del norte, el transporte de mercancías depende de carreteras de hielo y ríos congelados. Si ocurre un deshielo anticipado y el terreno se vuelve inestable e impredecible, se puede reducir considerablemente el tiempo en que se pueden realizar estas actividades o, en el peor de los casos, hacer que estas rutas se vuelvan completamente intransitables.

Como resultado, estas comunidades podrían enfrentar un aislamiento, lo que les dificultaría el acceso a suministros básicos como medicamentos y alimentos, los cuales serían difíciles (y costosas) de conseguir, o incluso imposibles debido a la inestabilidad del terreno.

Desmejoramiento de la calidad del agua

El deshielo del permafrost podría liberar contaminantes antiguos atrapados en el suelo congelado de las cuencas fluviales. Un ejemplo claro de esto se observa en Canadá, donde los antiguos yacimientos industriales (como los pozos de petróleo y gas) corren el riesgo de liberar sustancias químicas cuando el suelo que los rodea y resguarda se vuelva inestable.

Asimismo, las tres millones de personas que habitan en estas áreas podrían quedar expuestas a toxinas, ya sea a través del agua que utilizan para beber o la que emplean para pescar, ya que los sedimentos y materia orgánica descongelados podrían afectar a los peces y otros animales silvestres, alterando su ecosistema.

Amenazas para la seguridad alimentaria

La erosión en las áreas costeras y fluviales puede generar suelos inestables, similares a arenas movedizas, además de provocar deslizamientos de tierra debido al deshielo, lo que afecta el acceso a recursos naturales esenciales para las comunidades del Ártico, como la caza y la pesca, que son fundamentales para su supervivencia.

Riesgos de enfermedades y contaminantes


Las capas más profundas del permafrost podrían contener bacterias y virus desconocidos. Su descongelación podría permitir que estos microbios antiguos se liberen, lo que podría tener efectos impredecibles en la salud humana.

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