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Los árboles necesitan condiciones específicas durante la temporada de crecimiento para desarrollarse correctamente. En particular, requieren un número adecuado de días cálidos para que las paredes celulares de sus brotes puedan lignificarse adecuadamente.
Si estas condiciones no se cumplen, se forman estructuras conocidas como "anillos azules", que se evidencian al teñir las muestras de madera. Estos anillos son un indicativo de que el árbol experimentó un verano frío durante su crecimiento. Debido a la longevidad de los árboles y arbustos, que pueden vivir cientos de años, el análisis de estos anillos permite a los científicos identificar veranos fríos ocurridos en el pasado.
Relación entre los anillos azules y las erupciones volcánicas
En un estudio reciente, un equipo de investigadores analizó muestras de pinos y arbustos de enebro del norte de Noruega y encontró evidencia de dos veranos inusualmente fríos: uno en 1902 y otro en 1877. Estos eventos climáticos podrían estar relacionados con las erupciones volcánicas del monte Pelée, en Martinica, y del Cotopaxi, en Ecuador. La investigación fue liderada por Agata Buchwal, de la Universidad Adam Mickiewicz en Polonia, quien publicó los hallazgos en la revista Frontiers in Plant Science. Según Buchwal, los anillos azules se asemejan a anillos de crecimiento incompletos y están directamente asociados con periodos de frío intenso durante el verano.
En su estudio, los científicos recolectaron muestras de 25 pinos silvestres y de 54 arbustos de enebro común en la región del monte Iskoras, cerca del límite forestal en el norte de Noruega. Las muestras se cortaron transversalmente, se tiñeron y luego se observaron bajo un microscopio para medir y datar los anillos de crecimiento. De esta manera, lograron identificar los anillos azules y determinar en qué años se formaron. En promedio, el 2,1% de los anillos de los pinos y el 1,3% de los anillos de los arbustos analizados mostraron estas características. Las células mal lignificadas se concentraban principalmente en la madera tardía, que se desarrolla al final de la temporada de crecimiento.
Los anillos azules se registraron con mayor frecuencia en 1902 y 1877. En 1902, el 96% de los pinos y el 68% de los arbustos de enebro presentaron estos anillos, mientras que en 1877, las cifras fueron del 84% y el 36%, respectivamente. Este patrón sugiere que los pinos son más sensibles a las bajas temperaturas durante el verano que los arbustos de enebro. De hecho, los pinos podrían servir como indicadores más fiables de veranos fríos en regiones boreales. Además, según Pawel Matulewski, otro de los autores del estudio, la presencia de estas estructuras podría debilitar a los árboles, haciéndolos más vulnerables a daños y enfermedades, especialmente si este fenómeno se repite durante varios años consecutivos.
Importancia de estas estructuras peculiares para el estudio del cambio climático
La comparación de los datos de los anillos azules con registros climáticos históricos confirmó que 1902 y 1877 fueron años con veranos excepcionalmente fríos en la región. En 1902, un junio especialmente frío retrasó el inicio de la temporada de crecimiento, lo que resultó en una formación deficiente de madera tardía, caracterizada por las células azuladas. Este enfriamiento extremo podría estar vinculado a la erupción del monte Pelée en mayo de ese mismo año. De manera similar, la erupción del Cotopaxi en junio de 1877 coincide con un agosto frío en Noruega, aunque no se ha encontrado evidencia concluyente que relacione directamente este evento volcánico con las bajas temperaturas en esa región.
En conjunto, el estudio destaca cómo los anillos azules en árboles y arbustos pueden proporcionar información valiosa sobre el clima del pasado, ayudando a comprender mejor los efectos de fenómenos naturales, como las erupciones volcánicas, en el ecosistema boreal.
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