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El año pasado, al menos 242 millones de niños y adolescentes de 85 países vieron interrumpida su educación debido a fenómenos climáticos extremos, como olas de calor, ciclones tropicales, tormentas, inundaciones y sequías, según un informe publicado este viernes por Unicef con motivo del Día Mundial de la Educación.
El informe señala que cerca del 74 % de los estudiantes afectados por estos fenómenos climáticos vivían en países con ingresos bajos y medios bajos. Sin embargo, ninguna región del mundo estuvo exenta, como se evidencia en el caso de España, donde la Dana interrumpió la educación de unos 13.000 estudiantes, o Italia, donde las lluvias intensas e inundaciones afectaron a más de 900.000 alumnos.
Los fenómenos climáticos interrumpen las clases
Las olas de calor fueron el mayor riesgo de fenómenos climáticos que provocaron el cierre de escuelas el año pasado, afectando a más de 118 millones de estudiantes solo en abril. En ese mes, Bangladesh y Filipinas experimentaron cierres masivos de escuelas, mientras que Camboya redujo la jornada escolar en dos horas.
En mayo, algunas zonas del sur de Asia alcanzaron los 47 grados centígrados, lo que supuso un gran riesgo de golpes de calor para los niños, dado que, según Catherine Russell, directora ejecutiva de Unicef, "su cuerpo es especialmente vulnerable. Se calientan más rápido, sudan de forma menos eficiente y se enfrían más lentamente que los adultos".
Impacto del cambio climático en Asia
El informe también menciona que, además de las olas de calor, Afganistán sufrió inundaciones repentinas en mayo que dañaron o destruyeron más de 110 escuelas, afectando la educación de miles de niños.
Septiembre fue el mes con mayor frecuencia de "perturbaciones climáticas", coincidiendo con el inicio del curso escolar en muchas partes del mundo, lo que llevó a al menos 16 países a suspender clases.
Asia meridional fue la región más afectada, con 128 millones de estudiantes afectados por interrupciones escolares debido al clima; en Asia Oriental y el Pacífico, fueron 50 millones los estudiantes impactados; y el fenómeno del Niño tuvo un “impacto devastador” en África, con lluvias torrenciales e inundaciones en el este del continente y graves sequías en el sur.
Estos fenómenos climáticos extremos no solo dañan las infraestructuras y los materiales escolares, sino que también dificultan el acceso a las escuelas, crean condiciones inseguras de aprendizaje y afectan la concentración, la memoria y la salud mental y física de los estudiantes.
Recomendaciones de UNICEF
Los cierres prolongados de escuelas, según el informe, disminuyen las posibilidades de que los estudiantes regresen a clases y los expone a un mayor riesgo de trabajo y matrimonio infantil. Las niñas, en particular, enfrentan mayores riesgos de abandono escolar y violencia de género tanto durante como después de las catástrofes.
El estudio también destaca que "los sistemas educativos ya estaban fallando a millones de niños y niñas", lo que ha llevado a una "crisis de aprendizaje" que los fenómenos climáticos están agravando.
Frente a esta situación, UNICEF recomienda asegurar que los planes nacionales sobre el clima fortalezcan los servicios sociales esenciales para que sean más resistentes a los fenómenos climáticos , invertir en infraestructuras educativas adaptadas a los desastres y las condiciones climáticas, acelerar la financiación para mejorar la resiliencia del sector educativo frente a las consecuencias del cambio climático, e integrar de manera explícita la educación sobre el cambio climático y los compromisos que atiendan las necesidades de los niños y adolescentes en todos los ámbitos.
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