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Ríos atmosféricos más frecuentes dificultan la recuperación estacional del hielo marino del Ártico, que pierde hielo marino rápidamente incluso durante los meses de invierno, cuando las temperaturas están por debajo del punto de congelación y el hielo debería estar recuperándose del derretimiento veraniego.
Un nuevo estudio, dirigido por científicos de la Universidad Estatal de Pensilvania (Estados Unidos) y publicado este lunes en la revista 'Nature Climate Change', apunta que poderosas tormentas transportadas por ríos atmosféricos llegan cada vez más a esta zona en invierno, lo que ralentiza la recuperación del hielo marino y representa un tercio de toda la reducción del hielo marino en la época invernal.
Los ríos atmosféricos afectan a la recuperación de hielo en el Ártico
“La disminución del hielo marino del Ártico es una de las pruebas más obvias del calentamiento global de las últimas décadas”, apunta Pengfei Zhang, profesor asistente de investigación de meteorología y ciencias atmosféricas en la Universidad Estatal de Pensilvania y autor principal del estudio, quien añade: “A pesar de que las temperaturas en la zona están muy por debajo del punto de congelación, la disminución del hielo marino en invierno sigue siendo muy significativa”.
Los ríos atmosféricos son cintas transportadoras angostas y largas que pueden medir más de 1.600 kilómetros y transportan grandes cantidades de vapor de agua que pueden producir lluvias extremas e inundaciones cuando tocan tierra. Esas tormentas afectan regularmente a las regiones costeras de latitudes medias.
Usando observaciones satelitales y simulaciones de modelos climáticos, los científicos descubrieron que estas tormentas llegan cada vez más al Ártico, particularmente a los mares de Barents y Kara, frente a las costas del norte de Noruega y Rusia, durante la temporada invernal de formación de hielo.
"A menudo pensamos que la disminución del hielo marino del Ártico es un proceso gradual debido a forzamientos graduales como el calentamiento global", indica L. Ruby Leung, miembro del Laboratorio Nacional del Noroeste del Pacífico, que apunta: "Este estudio es importante porque encuentra que la disminución del hielo marino se debe a eventos climáticos extremos episódicos: ríos atmosféricos, que se han producido con mayor frecuencia en las últimas décadas, en parte debido al calentamiento global".
La humedad cálida transportada por estas tormentas aumenta la radiación de onda larga hacia abajo, o el calor devuelto a la Tierra desde la atmósfera, y produce lluvia, las cuales pueden derretir la delgada y frágil capa de hielo que vuelve a crecer durante los meses de invierno.
Usando imágenes satelitales de teledetección, los científicos observaron la retirada del hielo marino casi inmediatamente después de las tormentas transportadas por ríos atmosféricos y vieron que ello persistió hasta durante 10 días. Debido a este derretimiento y a que las tormentas son cada vez más comunes, los ríos atmosféricos ralentizan la recuperación estacional del hielo marino en el Ártico.
La consecuencia es clara: derretimiento del hielo
“Cuando este tipo de transporte de humedad ocurre en el Ártico, el efecto no es solo la cantidad de lluvia o nieve que cae, sino también el poderoso efecto de derretimiento del hielo”, indica Mingfang Ting, del Observatorio de la Tierra Lamont-Doherty de la Universidad de Columbia (Estados Unidos).
Ting añade: “Esto es importante, ya que estamos perdiendo rápidamente el hielo marino de la zona en las últimas décadas, lo que trae muchas consecuencias no deseadas, como el calentamiento del lugar, la erosión de sus costas, la alteración de los patrones climáticos globales y la interrupción de las comunidades y ecosistemas de este ecosistema”.
La pérdida de hielo marino en el Ártico tiene amplias implicaciones, según los científicos. Las aguas abiertas pueden habilitar nuevas rutas marítimas más directas, pero también desencadenar preocupaciones geopolíticas entre países. Además, el agua dulce que se derrite en el océano salado puede afectar los patrones de circulación oceánica que estabilizan las temperaturas globales.
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