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Tras una investigación realizada en la Universidad de Utah, en Estados Unidos, se han logrado identificar una clase específica de bacterias intestinales de unos ratones que evitan que padezcan obesidad. Este estudio sugiere que dichos microbios puedan también controlar el peso en las personas de manera similar.
Las bacterias beneficiosas se llaman Clostridium y forman parte del microbioma, colectivamente billones de bacterias y otros microorganismos que habitan en el intestino.
Según manifestó June Round, profesora asociada de Patología Universidad de Utah y coautora del estudio, ahora que han encontrado estas bacterias mínimas responsables del efecto adelgazante, tienen la tarea de estudiar qué hacen los organismos y si, realmente, cuentan con un valor terapéutico.
Las bacterias clostridium, el milagro dentro de nuestro cuerpo
Los investigadores descubrieron que la Clostridia previene el aumento del peso al realizar la función bloqueante de la capacidad del intestino para absorber la grasa.
Se observo que los ratones tratados experimentalmente para que los Clostridium fuera las únicas bacterias que habitasen sus intestinos, presentaban menos grasa que los ratones que no tenían microbioma en absoluto. Por otro lado, presentaban niveles más bajos en el gen CD36, el encargado de regular la absorción de ácidos grasos en el cuerpo.
Las investigaciones podrían acabar en un enfoque terapeútico, con ventajas sobre los trasplantes fecales y los probióticos que ahora se están investigando ampliamente como formas de restaurar una microbiota saludable.
Dichas terapias, están basadas en transferir el microbioma vivo al intestino. Aunque puede que no funcione para todos debido a las diferentes dietas que ingerimos, y por otros factores que influyen en según que bacterias que puedan sobrevivir y prosperar
Por otro lado, el estudio reveló que una o más moléculas producidas por Clostridia, impidieron que le intestino absorbiese grasa. Lo siguiente que tienen que conseguir es aislar estas moléculas y caracterizar aún más cómo funcionan para determinar si podrán hacerse tratamientos específicos para la obesidad, la diabetes tipo 2 y otros trastornos metabólicos.
Ratoncitos han ayudado en el descubrimiento de estas bacterias beneficiosas
Este estudio realizado con ratones sanos, muestra que dichos roedores tienen una gran cantidad de Clostridia, una clase de 20 a 30 bacterias, mientras que aquellos que presentan un sistema inmunitario deteriorado pierden estos microbios de su intestino a medida que envejecen.
A pesar de alimentarse con dieta saludable, los ratones inevitablemente, se vuelven obesos, pero al devolverles las bacterias podían mantenerse delgados.
Descubrir que los ratones con un sistema inmunitario comprometido no podían evitar volverse obesos fue un descubrimiento que casi no sucedió.
Este descubrimiento llevó a Petersen al laboratorio en el momento adecuado para así comprobar que los ratones genéticamente modificados para carecer de myd88, un gen central de la respuesta inmunológica, eran obesos.
Había dejado que los roedores envejecieran más de lo normal, revelando un vínculo poco apreciado entre la inmunidad y la obesidad. Pero la observación no respondió a la pregunta de por qué los animales tenían sobrepeso.
Charisse Petersen, coautora del estudio, había ayudado a demostrar que una de las funciones del sistema inmunológico es mantener el equilibrio entre la diversidad de bacterias en el intestino
Basándose en investigaciones anteriores que había llevado a cabo en el laboratorio de Round, sospechaba que el microbioma estaba involucrado.
Ella había ayudado a demostrar que una de las funciones del sistema inmunológico es mantener el equilibrio entre la diversidad de bacterias en el intestino. Deteriorar las defensas del cuerpo puede hacer que ciertas especies de bacterias dominen a otras y, a veces, el cambio tiene un impacto negativo en la salud.
Petersen y su grupo de investigadores determinaron que la obesidad observada en ratones inmunocomprometidos se debía al fallo del sistema de defensa del cuerpo para reconocer adecuadamente las bacterias.
Estos ratones produjeron menos anticuerpos. El cambio hizo que el intestino sea un lugar hostil para Clostridia, lo que lleva a una mayor absorción de grasa y un aumento de peso excesivo. y con el tiempo, los ratones también desarrollaron signos de diabetes tipo 2.
Además otras investigaciones, según ha señalado Round, demuestran que las personas obesas carecen de Clostridia, lo que refleja la situación en estos ratones.
También hay algunos indicios de que las personas obesas o con diabetes tipo 2 pueden tener una respuesta inmune subóptima. Lo que esperan los investigadores es que la comprensión de estas conexiones proporcionará nuevas perspectivas para prevenir y tratar estas afecciones de salud generalizadas.
Las investigaciones han chocado con un aspecto sin estudiar debidamente sobre la diabetes tipo 2 y la obesidad. Round y todo su equipo esperan que este proyecto abra el paso a las investigaciones necesarias para ver cómo la respuesta inmunitaria regula el microbioma y la enfermedad metabólica.
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