Lectura fácil
Un nuevo estudio de ClosinGap, elaborado por CaixaBank, señala que la precariedad laboral y la brecha de género de la mujer se acentúa en el medio rural: la tasa de temporalidad es del 60,9 % (frente al 52,0 % de los hombres rurales) y la tasa de parcialidad se sitúa en el 13,9 % (frente al 5,3 % de los hombres rurales).
La precariedad laboral y la brecha de género preocupan en el medio rural
Las mujeres en el medio rural se enfrentan a una doble desigualdad: la primera, asociada a su entorno de residencia en términos de oportunidades laborales, acceso a servicios y conectividad física y digital; y, la segunda, provocada por el hecho de ser mujer. Así, las barreras que genera la primera se ven magnificadas cuando interactúan con la variable género, en particular en tres aspectos: mayor precariedad en el empleo, infrarrepresentación en la toma de decisiones en el ámbito rural y mayor desequilibrio en la conciliación.
Como consecuencia, su participación y contribución plena a la generación de las rentas del trabajo se ve limitada, lastrando el desarrollo económico y el bienestar de las personas tanto en el entorno rural como en el conjunto de la sociedad y haciendo que la brecha de género sea aún mayor.
De este modo lo recoge el último informe del clúster ClosinGap, impulsado por CaixaBank en colaboración con Analistas Financieros Internacionales (Afi) y que apunta que el coste de oportunidad de la brecha de género en el medio rural asciende, como mínimo, a 38.500 millones de euros, es decir, el equivalente al 3,1 % del PIB de 2019.
Según el estudio ‘Coste de oportunidad de la brecha de género en el medio rural’, la pérdida de peso de la población rural en los últimos años en España se debe, en gran parte, al menor crecimiento de la población femenina rural que, entre 1998-2020, creció a una tasa anual compuesta de 0,27 % frente al 0,34 % de los hombres rurales, lo que se ve reflejado en una mayor masculinización. A esto contribuye la menor tasa de permanencia femenina en el mundo rural.
En este contexto, el envejecimiento de la población femenina en el ámbito rural es más intenso: si en zonas urbanas las mujeres de 65 años o más representan el 21,3%, el porcentaje aumenta hasta el 22,1% en el medio rural (frente al 18,2% de los hombres rurales). Este mayor envejecimiento de la mujer en el entorno rural impacta en una mayor tasa de dependencia, es decir, la carga soportada por la población en edad de trabajar para mantener a las personas mayores de 64 años. Así, por cada mujer en edad de trabajar en entornos rurales hay 0,35 mujeres mayores, mientras que en el caso de los hombres rurales esta cifra baja hasta 0,28.
El teletrabajo puede ser una solución al desempleo en el medio rural
El potencial del teletrabajo para revertir la despoblación del medio rural es muy relevante, ya que el eventual retorno al medio rural en modalidad de teletrabajo de las personas que migraron a zonas urbanas, especialmente mujeres, supondría un importante impacto económico.
Teniendo en cuenta los datos de personas que emigraron en 2019 del entorno rural al entorno urbano y sabiendo el porcentaje de población ocupada que teletrabajó en 2020, se estima que 13.300 personas podrían retornar al mundo rural de extenderse o facilitarse esta modalidad de empleo. Y eso generaría un efecto económico agregado de más de 170 millones de euros, el equivalente al 0,3 % del PIB de una comunidad autónoma como Castilla y León, con gran presencia de municipios rurales.
Añadir nuevo comentario