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Una vez más, una irresponsabilidad por parte de un sanitario ha terminado con la vida de una persona. En este caso, Aitor, un chico de 24 años de Navalcarnero (Madrid) falleció en enero de 2018 tras no haber sido atendido con presteza cuando su madre llamó por teléfono al 112 pidiendo ayuda, tal y como ha publicado El Mundo, que ha tenido acceso a los audios.
Como decimos, Carmen, la madre del joven llamó al Summa 112 de la Comunidad de Madrid alertando de la preocupante situación en la que se encontraba su hijo Aitor, de 24 años. Tras explicarle lo que ocurría, el sanitario le pedía que su hijo se pusiera al teléfono y le explicase qué le pasaba. «¡Pero es que se está ahogando! ¿No le digo que se está ahogando?», advertía Carmen. «Pásemelo. ¿Si estuviera en un hospital le tendría que atender un médico o no?», respondía el sanitario.
Aitor se está asfixiando pero el sanitario insiste en que respira "perfectamente"
En ese momento, Carmen pone al teléfono a Aitor pero el chico sólo puede balbucear, en un tono de absoluto dramatismo en el audio al que ha tenido acceso Papel. El chico casi ni habla.
«Mire usted cómo está», le dice al médico entonces Carmen, que ha visto derrumbarse a su hijo inconsciente minutos antes de la llamada. El doctor remata, displicente: «Señora, su hijo no tiene nada. Respira perfectamente».
Aitor García Ruiz muere rápidamente. Vuelve a quedar inconsciente casi en el momento en que el médico cuelga el aparato diciéndole a su madre «hasta luego», y dejándola con la palabra en la boca. El chico, de 24 años se pone "azul", entra en parada cardiorrespiratoria y, aunque según el médico «está perfectamente», comienza a morirse.
Tan grave es la situación que Aitor está en muerte cerebral cuando 23 minutos más tarde tras una nueva llamada al 112, llega al fin la UVI Móvil. Nada se puede hacer por salvarle la vida y fallece a los cuatro días a causa de un trombo en los pulmones que le dejó esos 23 minutos sin riego, sostienen sus padres y su representante legal, Carlos Sardinero, de Sardinero Abogados.
"Yo creo que su hijo está un poco tocao"
Ese primer médico al teléfono le llega a decir a la madre que si Aitor se ha «tomado algo», «yo creo que está un poco tocao», le espeta. Lo peor es que no manda la UVI, sino una ambulancia sin médico que «ni tocaron al chico cuando llegaron, de mal que lo vieron», dice la madre.
Sólo ocho minutos después, a la cuarta llamada según Sardinero, otro médico del Summa activa todos los protocolos, incluida la Guardia Civil, primera en llegar al domicilio.
Cuando llega la UVI Móvil, «la médico nos dijo que el cerebro había estado demasiado tiempo sin riego», cuenta hoy Carmen. Cada minuto que una persona pasa en parada cardiorrespiratoria pierde, según consenso de los expertos, un 10% de posibilidades de seguir vivo. Aitor pasó 23 minutos sin riego, según los datos de la propia Comunidad, hasta que llegó la UVI Móvil que el primer médico no activó.
Aitor se estaba poniendo azul y no había ningún sanitario para atenderle
«Yo no entendía nada... ¡Se iba poniendo azul y el médico me responde así!», dice Carmen, llorando. «Encima, me obliga a que se lo ponga al teléfono, y mi pobre niño le suelta a él el poco aire que le quedaba, lo gasta en decirle a éste que se ahoga... Justo cuando se quitó del teléfono fue cuando perdió el conocimiento definitivamente... No volvió a abrir los ojos».
«Era mi único hijo», llora hoy Carmen, recordando a Aitor. «Un chico estupendo, que jamás dio un problema: cariñoso, trabajador, muy bueno, que no hizo daño a nadie en su vida. Aún no podemos creer que terminara así. Y no queremos dinero de todo esto. Sólo que cambien los protocolos médicos, para que no vuelva a pasar algo así. A nuestro hijo no nos lo devuelve ya nadie».
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