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El 70% de los consumidores españoles consulta el etiquetado de los productos de alimentación "siempre o casi siempre", según se desprende del último estudio monográfico realizado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.
Lo hacen, según el estudio, para buscar, principalmente, información relativa a la fecha de caducidad o consumo preferente, la lista de ingredientes, así como datos sobre las condiciones de conservación y utilización del producto.
El estudio
Así lo revela el último estudio monográfico del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación realizado a consumidores sobre el etiquetado con el objetivo de recoger información sobre el nivel de satisfacción y el clima de confianza de los distintos agentes que conforman la cadena de comercialización agroalimentaria.
Basado en los resultados de una encuesta realizada a 1.500 consumidores, este informe se enmarca en el estudio del Barómetro del Clima de Confianza del Sector Agroalimentario y advierte de que son los consumidores mayores de 55 años los que menos leen el etiquetado.
El estudio señala que, en general, los usuarios no tienen “grandes problemas” para encontrar la información en los etiquetados y valoran este aspecto con un 6,2 en una escala de 0 a 10. Sin embargo, a un 17 % de los encuestados le resulta “muy difícil o difícil” la localización de determinada información en el etiquetado.
"Total preferencia" de los consumidores
En relación a las fechas de caducidad y consumo preferente, siete de cada diez consultados se fija en éstas y en cuanto a la composición de los alimentos, existe una “total preferencia” porque el etiquetado refleje un listado de ingredientes completo.
En concreto, nueve de cada diez consumidores se decanta por esta opción frente a la lista reducida y tres de cada diez deja de comprar algún alimento por tener algún ingrediente.
Grasas, azúcares y calorías
La información nutricional también resulta “fundamental” para los consumidores, ya que el 87,6 % de los entrevistados la considera “importante y útil” siendo las grasas, los azúcares y las calorías los elementos en los que más se fijan los consumidores.
Junto a ello, otra información que despierta interés en los consumidores es el origen de los alimentos hasta el punto de que siete de cada diez se fija en este aspecto. Los alimentos en los que más buscan que el origen sea nacional son los productos frescos como pescados, frutas, verduras y carnes.
Otra información que quieren conocer los consumidores es el origen de los alimentos. De hecho, el 70% reconoce que se fija en este aspecto y los alimentos en los que más buscan que el origen sea nacional son los productos frescos como pescados, frutas, verduras y carnes.
El etiquetado
El etiquetado de alimentos es el principal medio de comunicación entre los productores de alimentos y los consumidores finales. El etiquetado puede ser cualquier documento, bien sea escrito, impreso o gráfico que contiene la etiqueta del alimento, siendo la etiqueta la información sobre el artículo que acompaña a éste o se expone cerca durante su venta.
Se considera etiqueta alimenticia incluso la información empleada en la venta o comercialización de un alimento. Las normas de etiquetado de alimentación están sometidas al derecho alimentario propio de cada país. Aunque no obstante existen organismos internacionales como la FAO (organismo especializado de la ONU) que armonizan un conjunto de "buenas prácticas" que sirve de referencia común a los países.
Las normas no pueden aplicarse por igual a todos los productos, debido a que algunos de ellos (como por ejemplo el vino, o los alimentos transgénicos) tienen normativas específicas.
Según la OCU
Los alimentos tienen su propia tarjeta de presentación que los distingue y ofrece al consumidor sus peculiaridades. En cualquier producto podemos encontrar sus características, que deben servir para ayudarnos a decidir si lo adquirimos o no sopesando nuestras necesidades.
Es lo que conocemos como el etiquetado de los alimentos, una característica de la información alimentaria que no debe inducir a error alguno al consumidor, y que implica la obligación de ser veraz sobre las características del alimento: naturaleza, identidad, calidades, composición, cantidad, duración, país de origen, modo de fabricación u obtención.
En ningún caso puede el etiquetado atribuir al alimento efectos o propiedades que no posee y tampoco insinuar que tiene características propias especiales. Por ejemplo, anunciar que una leche entera no tiene gluten cuando, por naturaleza, las leches no tienen gluten.
Igualmente, tampoco se puede sugerir la presencia de un ingrediente cuando éste ha sido sustituido por un componente distinto, tanto en la información que aparece en el envase como en la publicidad del producto y en la presentación del alimento.
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