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Hace 200 años, la humanidad inició avances tecnológicos que multiplicaron la disponibilidad y calidad de productos. Este hecho continúa desde la revolución industrial y los numerosos avances científicos han mejorado la vida de miles de millones, permitiéndoles alimentar y cuidar a sus familias de maneras sin precedentes en la historia humana.
Hoy, centramos el tema en el Black Friday y sus consecuencias, por ello, presta mucha atención a los consejos y llévalos a cabo durante el día de hoy.
Tecnología y consumismo: un recorrido por dos siglos de cambios y desafíos
Hace dos siglos, la humanidad experimentó avances tecnológicos. Este proceso de tecnificación, desde la revolución industrial hasta los actuales saltos científicos, ha mejorado la vida de miles de muchas personas, permitiéndoles proveer a sus familias de formas nunca antes posibles.
No obstante, este desarrollo histórico también ha tenido consecuencias negativas. El descontrol en la producción, compra, acumulación y desperdicio de objetos es uno de los efectos más perniciosos de la superestructura económica global. Este consumo desenfrenado tiene impactos ambientales y personales significativos. La inclinación hacia el consumo puede revelar mucho sobre las personas y sus aspiraciones.
Satisface tus anhelos a través del consumo
Según la escuela austriaca de economía, el precio justo no existe; las cosas valen lo que la gente está dispuesta a pagar. Esto significa que objetos esenciales, como el agua, pueden tener menos valor económico que elementos no esenciales. Un ejemplo claro es el arte, que no puede tener utilidad práctica, pero es valorado por la sociedad debido a su significado estético y espiritual.
En el ámbito del consumo, las personas están dispuestas a pagar grandes sumas por obras de artistas reconocidos, ya que la sociedad incorpora valores duraderos a estas creaciones.
En 2010, un estudio de neurociencia de la Universidad de Yale reveló que las personas tienden a percibir sus posesiones como una extensión de sí mismas. Durante el experimento, la actividad cerebral se intensificó al manipular objetos marcados como "míos", activando la misma área asociada con el pensamiento sobre uno mismo.
Este hallazgo sugiere que nuestras posesiones personales son parte integral de nuestra identidad, lo que puede explicar por qué a menudo compramos cosas que no necesitamos: buscamos valor y conexión personal en estos objetos, lo que termina en el alto consumo.
Emociones en el carrito: construyendo identidad más allá del consumismo
Nuestro impulso de consumo no se basa tanto en la utilidad intrínseca de un producto, sino en las emociones, experiencias e ilusiones que nos brinda. Muchas veces, lo que adquirimos representa nuestras aspiraciones y cómo deseamos ser o sentirnos, contribuyendo no solo a expresar, sino a construir nuestra identidad.
Desde mediados del siglo pasado, las campañas publicitarias han adoptado esta perspectiva. En lugar de centrarse en la utilidad de un producto, se enfocan en los rasgos de personalidad o emociones que los clientes desean. Un perfume puede presentarse como símbolo de sofisticación, y un automóvil como signo de éxito y libertad.
Para liberarse de este consumo tan elevado, es esencial dejar de definirse por los objetos que poseemos o los productos que consumimos. La clave está en construir nuestra identidad basada en quiénes somos, no en lo que tenemos. Al hacerlo, aumentamos nuestras posibilidades de resistir la tentación de definirnos por nuestras compras en lugar de nuestra esencia.
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