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Mushubati (Ruanda), 1 jun (EFE).- Para los agricultores pobres de países en desarrollo como Ruanda, integrarse en el mercado supone a menudo unirse a otros socios y firmar todo tipo de contratos a cambio de servicios que no siempre dan la seguridad deseada.
Frente al lago Kivu, en el oeste de ese país africano, los más de 700 miembros de la cooperativa Kopakama cultivan en colinas el café que luego exportan con el sello de comercio justo de la alianza Rainforest.
Desde su fundación en 1998, la asociación ha ido creciendo y actualmente negocia con sus clientes el precio del producto por internet, como explica a Efe su gerente, Gervais Kayitare.
También se apoya en los servicios de una red que une a pequeñas cooperativas africanas con una ONG británica para llegar al Reino Unido, su principal mercado.
Sobre las normas de sostenibilidad que debe cumplir, Kayitare niega que sean "ningún problema" y cree que representan una forma de "demostrar la mejora de las condiciones de vida de la población y proteger el medioambiente".
Ese tipo de certificación se ha convertido en la puerta de entrada al mercado internacional para numerosos productores de países pobres, que tienden a asociarse para encarar los posibles riesgos en común.
En Ruanda, donde un 70 % de la población vive en el campo, muchas cooperativas están todavía en ciernes y buscan apoyo para mejorar su competitividad.
La que preside Dancille Uwamaliya en el este del país integra, junto con otras 118, la alianza internacional "Farm to market" (la granja al mercado), que también opera en Tanzania, Zambia y Kenia.
Distintos actores, entre ellos la multinacional alemana Bayer y la suiza Syngenta (fabricantes de pesticidas y semillas), proporcionan a los agricultores insumos, finanzas, tecnologías, formación y otros servicios.
Tras superar los objetivos de producción pactados con los compradores, Uwamaliya ve con optimismo las negociaciones para dar salida al maíz y las judías que cultivan.
"Solemos participar en una asamblea de cooperativas y elegimos a los compradores allí presentes después de que nos informen de su oferta", detalla la dirigente. El contrato que firman luego se puede revisar.
Ammar Kawash, experto del Programa Mundial de Alimentos (PMA), que participa como "facilitador neutral", apunta que han conseguido involucrar a cinco grandes empresas del país.
Algunas ofrecen instalaciones o transporte para facilitar la compra, aunque las deficiencias de cantidad y calidad siguen siendo un obstáculo.
"Ayudamos a las cooperativas a aumentar la producción, reducir las pérdidas después de la cosecha y cumplir los altos estándares reclamados", asegura Kawash.
Los contratos agrícolas son un vehículo cada vez más utilizado para integrar a los pequeños productores en las cadenas de valor.
La ruandesa Scholastique Niragire, de 59 años, acaba de entrar en el mercado de la pollería como beneficiaria de un proyecto de cooperación financiado por Estados Unidos.
Una empresa local de piensos le ha entregado cien gallinas, alimento para engordarlas, entrenamiento previo, préstamos y la oportunidad de vender sus pollos en el resto del país.
Niragire está eufórica ya que antes, cuando solo cultivaba patatas, ganaba 50 euros cada cuatro meses y ahora esa cantidad la supera en 45 días, lo que tardan en crecer las gallinas. "Por primera vez en mi casa se come carne", resalta.
En su caso, el contrato no le ata a ese único intermediario y supuestamente tiene libertad para vender a otros, pero no siempre es así.
La experta legal del Instituto Internacional para la Unificación del Derecho Privado (Unidroit) Frédérique Mestre recomienda incluir cláusulas para lograr "un cierto equilibrio en las obligaciones de las partes".
En países pobres con escaso nivel de instrucción o acceso a la información, Mestre destaca que muchas veces el productor "se encuentra totalmente desamparado al estipular el contrato, que en ocasiones ni siquiera existe en el papel", por lo que necesita una asesoría jurídica o un moderador que le asista.
En 2015 Unidroit publicó una guía legal de contratos agrícolas en colaboración con la ONU.
Las cooperativas permiten a los individuos negociar contratos más justos y depender menos del comprador, a quien también le conviene tenerlas de interlocutoras antes que a productores individuales por las complicaciones que se puedan presentar, según Mestre.
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