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La Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aesan), bajo el Ministerio de Derechos Sociales, ha emitido una advertencia para no consumir alimentos que hayan estado en contacto con agua o barro tras las recientes inundaciones causadas por la DANA. Excepcionalmente, se permite el consumo de latas y tarros de conservas herméticos y sin daños, siempre que se sigan ciertas precauciones.
Aconsejan no consumir alimentos en contacto con agua o barro tras la DANA
Aesan aconseja lavar bien estos envases con agua y jabón, aclararlos, sumergirlos en agua hirviendo durante dos minutos y dejarlos secar al aire durante una hora antes de abrirlos. Además, se subraya la importancia de no ingerir alimentos congelados o refrigerados que no se hayan mantenido a temperaturas adecuadas debido a cortes en el suministro eléctrico. Los alimentos deben almacenarse en un lugar seco y protegido, preferiblemente alejados del suelo y las paredes.
En cuanto al agua, la Aesan insiste en utilizar siempre agua potable para beber, cocinar y lavarse los dientes, recomendando seguir las indicaciones del ayuntamiento local sobre el suministro de agua. También se destaca la importancia de lavarse las manos antes de comer o manipular alimentos para evitar riesgos a la salud.
Cómo protegerse de enfermedades en las zonas afectadas por la DANA
El riesgo para la salud aumenta a medida que pasan las horas en las zonas afectadas por la DANA. Extremar las medidas de higiene y llevar mascarillas son algunas de las recomendaciones de las autoridades sanitarias. ¿Qué más se debe hacer?
El doctor José María Martín-Moreno, epidemiólogo y catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universitat de València, ha explicado a EFE que el agua, al mezclarse con barro y lodo, se convierte en un hábitat ideal para estos patógenos, que pueden causar infecciones en humanos.
A esto se suma el riesgo de que las aguas residuales contaminen el suministro de agua potable, una situación que incrementa la probabilidad de brotes de enfermedades como la gastroenteritis bacteriana, hepatitis A y leptospirosis.
Eso significa, según los expertos, que las enfermedades de transmisión hídrica se convierten en uno de los principales peligros para la salud pública. Además de infecciones gastrointestinales, Martín-Moreno destaca el riesgo de enfermedades de la piel, infecciones oculares y enfermedades transmitidas por mosquitos, que encuentran en el agua estancada un lugar propicio para reproducirse. La propagación de enfermedades, advierte, depende de factores como la rapidez en la restauración de servicios básicos, las temperaturas y la adopción de medidas de limpieza.
¿Cómo prevenir una crisis de salud pública?
La rapidez y coordinación entre autoridades sanitarias y los servicios de emergencia es esencial para proteger a la población. Entre las principales recomendaciones destaca la necesidad de asegurar el acceso a agua potable y fomentar prácticas de higiene, dado que la clave para controlar los brotes infecciosos radica en mantener el agua libre de contaminación.
El experto en salud pública también recalca la importancia de promover prácticas de higiene entre la población, como el lavado frecuente de manos, la limpieza y ventilación de espacios interiores para reducir el moho, y la desinfección de objetos personales. Asimismo, el uso de mascarillas puede ser beneficioso para prevenir la inhalación de esporas de moho y otras partículas en áreas afectadas por el agua.
Equipos de protección para evitar la contaminación
Las personas que colaboran en las labores de limpieza y rescate en las zonas afectadas por la DANA deben contar con el equipo de protección adecuado para evitar riesgos de contaminación. Así, se recomienda el uso de botas impermeables, guantes resistentes, mascarillas y gafas de protección, especialmente en áreas donde exista contacto con sustancias químicas o residuos peligrosos. Además, es importante que los voluntarios tengan sus vacunas en regla, particularmente contra la hepatitis A y el tétanos, para reducir el riesgo de infecciones.
Para detectar posibles brotes de enfermedades de forma temprana, Martín-Moreno recomienda establecer sistemas de vigilancia epidemiológica en las zonas afectadas. La detección temprana permite una respuesta oportuna y limita la propagación de infecciones. En este sentido, también es crucial educar a la población sobre los riesgos de salud asociados con las inundaciones y las prácticas seguras que deben adoptar.
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