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Dejar el trabajo no suele ser una decisión fácil de tomar. En la mayoría de los casos dependemos de nuestros sueldos para mantenernos a diario o seguir avanzando en nuestras metas personales. Sin embargo, a lo largo de nuestra vida laboral, podemos llegar a experimentar momentos y circunstancias que nos empujan a desear dejar atrás nuestro puesto o la empresa en la que trabajamos, pero al hacerlo, también estaríamos renunciando a ciertas prestaciones que nos ayudarían a empezar de cero.
Prestaciones como el cobro del paro o la indemnización por despido, que no son aplicables cuando ha sido el empleado el que ha decidido por voluntad propia dejar el trabajo. Sin embargo, existen algunas excepciones que podrían ayudarnos a no perder estas prestaciones en el caso de que necesitemos renunciar.
Esta excepción viene recogida en el artículo 50 del Estatuto de los Trabajadores, en el que se reconoce la extinción voluntaria por parte del trabajador, como despido improcedente, siempre que existan "causas justas" que justifiquen esta marcha.
Dejar el trabajo por "causas justas"
El trabajador tiene la capacidad de cobrar tanto una indemnización como la posibilidad de entrar en el proceso de paro cuando su despido se ha realizado de forma improcedente. Esto quiere decir, que la empresa ha prescindido de ti sin una justificación adecuada. Pero, dentro de los supuestos para considerarse despido improcedente, existe otra figura en la que es el trabajador quien decide si dejar el trabajo o no.
Sin embargo, para que este segundo supuesto pueda darse, es necesario alegar alguna "causa justa" por la que se ha decidido dejar el trabajo. El Estatuto recoge entre estas causas tres supuestos que tienen un impacto directo y negativo en el desempeño laboral del trabajador :
- Cuando nuestras condiciones de trabajo se han modificado de forma importante. Esto hace referencia al cambio de funciones, una distribución diferente de nuestro horario laboral o nuestros turnos, un cambio en el sistema de pago salarial o incluso su cuantía, y que estos cambios hayan supuesto un "menoscabo de la dignidad del trabajador"
- Una situación de impagos y retrasos en la remuneración salarial, que no se encuentre justificado por parte de la empresa, y que sea de forma continuada, es una importante causa para dejar el trabajo.
- Un incumplimiento grave del contrato por parte del empresario, o cualquier otro incumplimiento que lleve consigo una sentencia judicial que lo exija.
Indemnizaciones y paro
Una vez que tengamos claro que nos encontramos viviendo una de estas situaciones, podemos tomar la decisión de dejar el trabajo si así se desea, y hacerlo además sin temor a perder nuestra indemnización o paro. En el epígrafe 2 del artículo 50 del Estatuto, se aclara que el trabajador tendrá derecho "a las indemnizaciones señaladas para el despido improcedente". De esta misma forma, se considera que estas circunstancias son válidas para acudir a las oficinas del SEPE y solicitar la prestación por desempleo.
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