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El 70% de las entidades no lucrativas en España prevé una reducción de sus ingresos, además de su plantilla, poniendo en peligro su actividad contra la pandemia
Impacto del COVID-19 en el Tercer Sector
El informe, del que nos hacemos eco publicado por Deloitte, en colaboración con la Asociación Española de Fundraising y Fundación Lealtad, indica que el papel de entidades no lucrativas durante la pandemia y su respuesta ante los retos económicos y sociales derivados de la COVID-19.
“Estamos viviendo una emergencia sanitaria, económica y social sin precedentes en nuestra historia reciente y, en este contexto excepcional, el papel de entidades no lucrativas está siendo primordial para hacer frente a los retos económicos y sociales que se plantean”, destaca Francisco Celma, presidente de la Fundación Deloitte.
El 33% de las entidades estudiadas afirma haber incrementado el número de beneficiarios aumentando los gastos de su actividad, si bien han reducido el número de voluntarios para un 47% de las actividades debido al confinamiento. “El fundraising como fuente de financiación ha permitido que un 72% de las organizaciones contara con un fondo de reserva para afrontar los próximos meses de confinamiento, aunque la financiación queda condicionada por la situación socioeconómica de cada momento”, detalla Jaime Gregori Soler, presidente de la Asociación Española de Fundraising.
Cambio de modelo en la RSC de las empresas
Para las empresas, ante los resultados de este estudio acerca de los ámbitos de actuación de sus políticas de RSC con relación a los ODS tras la crisis generada por el coronavirus han cambiado: mayor atención en salud y bienestar es mayor ahora, señalado como ámbito prioritario para el 73% de las organizaciones participantes, dejando en segunda posición las iniciativas relacionadas con promover el trabajo decente (48%). En tercer lugar, permanecen las políticas relacionadas con la sostenibilidad y la acción por el clima (señalado por un 45%) y descienden a la cuarta posición las acciones relacionadas con la igualdad de género (44%). Por tanto, los beneficiarios prioritarios a los que las empresas dirigirán sus políticas de Responsabilidad Social Corporativa (RSC) serán enfermos (61%) y desempleados (50%).
Por su parte, Javier Urrecha, senior manager de RSC y Acción Social Deloitte: “La pandemia llega a un sector atomizado, formado principalmente por entidades con presupuestos por debajo del millón de euros y de ámbito local o provincial, que trabajan con gran variedad de colectivos y tienen como objetivo atender a la población más vulnerable”.
De esta manera, el colectivo prioritario para las entidades sociales es el de jóvenes e infancia, seguido del colectivo de personas en riesgo de exclusión. “El informe recoge también el impacto de un 10% de entidades que son muy grandes, es decir, aquellas que disponen de presupuestos por encima de los 25 millones de euros, más de 500 empleados y más de 1.500 voluntarios, y que atienden a millones de personas. El sector nos señala como necesidades prioritarias el apoyo psicológico, la educación y la alimentación”, apunta Urrecha.
Impacto digital y estructural de la COVID-19
La adaptación del Tercer Sector al teletrabajo ha sido uno de los factores que más temores ha despertado, ya que está relacionado con el grado de desarrollo digital de las organizaciones. Sin embargo, según este informe, más del 75% de las entidades ha podido adaptarse a las circunstancias especiales ocasionadas por esta crisis “sin ningún problema” o “con alguna dificultad inicial puntual”, si bien hay que tener en cuenta el grado de afección a la hora de desarrollar actividades directas: un alto porcentaje de las entidades participantes en el estudio trabaja en los ámbitos de la inserción social, la discapacidad y la salud (34%, 34% y 42% respectivamente), donde la actividad presencial es clave, por lo que el 45% manifiesta que tiene dificultades para desarrollar su labor, y un 17% declara que no puede llevarla a cabo.
La necesidad de una correcta aplicación de los ODS en España
España ocupa la cuarta posición en el ranking de países con mayor esperanza de vida del mundo, con una edad media de 83,3 años. Además, en los próximos años, la esperanza de vida seguirá aumentando y se estima que el porcentaje de población mayor de 65 años pasará del 18,2% actual al 24,9% en 2029. Estos datos, unidos a las previsiones de descenso de población joven, ponen de manifiesto el extraordinario reto al que se enfrenta España en materia de bienestar social.
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