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Según los datos presentados en un estudio por la Universidad de Barcelona (UB) y la Fundación Daniel y Nina Carrasso (FDNC), alrededor de 2,5 millones de hogares españoles no pueden acceder de forma regular a alimentos suficientes en cuanto a calidad y cantidad, lo que hace que aumente la inseguridad alimentaria en más de 6 millones de personas.
“Alimentando un futuro sostenible”, un documento que mide los niveles de inseguridad alimentaria antes y durante la Covid-19
Con la llegada de la pandemia del Covid-19, el número de hogares experimentan una mayor inseguridad alimentaria, que ha pasado del 11,9 % al 13,3 %, lo que suma un total de 656.418 personas más. Esto quiere decir que el problema es estructural, y no un producto de una determinada coyuntura.
Cerca de 2,5 millones de hogares españoles no pueden permitirse alimentos suficientes de calidad y cantidad durante una época regular. Por eso, el estudio “Alimentando un futuro sostenible”, de la mano de la Universidad de Barcelona y la Fundación Daniel y Nina Carrasco, ha revelado el problema de la inseguridad alimentaria en el país. Este problema va más allá y se una a la falta de acceso a una alimentación sana y sostenible y la necesidad de promover medidas y políticas centradas en las personas y en su dignidad. Además, casi un millón de hogares se han visto obligados a reducir su ingesta de alimentos por la falta de recursos.
La investigadora y autora principal del estudio, Ana Moragues, ha afirmado que “todas las personas tenemos derechos a una alimentación sostenible, que nos permita disfrutar de una vida sana y digna y, a la vez, asegure un planeta vivible para las generaciones futuras. Este estudio nos ayuda a entender que millones de personas en España no pueden acceder a alimentos adecuados de forma rutinaria, con graves consecuencias para su bienestar y el conjunto de la sociedad”.
Los niveles de inseguridad alimentaria se manifiestan sobre todo en los hogares con un nivel socioeconómico más bajo
El estudio ha señalado además que, los indicadores de inseguridad alimentaria se manifiestan de forma más acusada en los hogares con un nivel socioeconómico más bajo, además de aquellos que tienen dificultades para llegar a fin de mes. Por eso, la investigación establece una relación entre la incidencia de la pobreza alimentaria y los casos donde todos o algunos de los miembros se encuentran en condiciones laborales precarias.
A su vez, el análisis resalta que este problema alimenticio también tiene como consecuencia el exceso de peso, una enfermedad crónica o alguna discapacidad de alguno de los miembros de la familia.
En estos casos, la Administración Pública, los familiares, los vecinos o amigos son el tipo de apoyo que reciben las familias que sufren este problema alimenticio. Un 57 % de hogares reciben prestaciones y ayudas de la Administración y un 13 % de familiares y conocidos. Los apoyos a través de alimentos o iniciativas de autoconsumo también son clave para luchar con este problema.
La importancia de una alimentación y un planeta sostenible
El estudio resalta la importancia de acceder a una cantidad suficiente de calorías y nutrientes, pero también alimentarse de forma sostenible para enfrentarse a los retos ecológicos y generar salud, prosperidad y justicia social.
Ante estos problemas, los autores del estudio plantean la urgencia de incluir medidas de los niveles de inseguridad alimentaria en estadísticas de alcance nacional donde las soluciones se centren en las personas y su dignidad.
“La medición, el conocer estos datos, evidencia aún más una realidad existente. Ahora es nuestro turno: el de las instituciones, la sociedad civil, las empresas y el tercer sector”, concluye la directora para España de la Fundación Daniel y Nina Carasso, Isabelle Le Galo.
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