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Una mayoría de expertos consultados por la revista Nature ya estimó en febrero que el SARS-CoV-2 terminará siendo endémico. La variante delta no era dominante entonces, pero hoy en día ilustra bien lo que podría ser ese escenario: brotes en reductos de tolerancia cero como China o Australia, planes de una tercera dosis ante vacunas con eficacia menguante para evitar contagios o nuevas olas imaginables.
España roza el fin del coronavirus en quinta ola
En el sondeo de la publicación científica, un 71 % de los consultados señaló que el virus seguirá indefinidamente entre nosotros por variantes que consiguieran escapar a la inmunidad natural o inducida.
Si bien las vacunas siguen siendo efectivas frente a la enfermedad grave y han reducido considerablemente los ingresos y las muertes, el patógeno sigue transmitiéndose. La última gran expresión de esa capacidad, delta, ha trastocado los planes de llegar al fin del coronavirus.
La quinta ola de la pandemia parece haber alcanzado ya su pico de contagios. La vacunación acelerada de las distintas comunidades autónomas y las diversas medidas restrictivas han ayudado a rebajar la cifra de infectados y hospitalizados en UCI en agosto.
A pesar de las mejoras, las autonomías no bajan la guardia y mantienen sus restricciones en municipios de Cataluña, Comunidad Valenciana, Cantabria, Andalucía y Navarra. Sin embargo, el certificado covid solo es obligatorio en las zonas de alta incidencia de Galicia y el cierre perimetral solo se mantiene en 14 municipios extremeños.
Aun así, las limitaciones a la hora de reunirse con familiares o amigos también son estrictas entre las personas no convivientes. Murcia, Canarias, Baleares, Cataluña, Comunidad Valenciana y Navarra son los lugares donde se debe respetar esta medida.
Los hosteleros y dueños de locales, por otro lado, siguen cargando con la responsabilidad de controlar el aforo de sus establecimientos para no concentrar un número abundante de personas en el interior de estos.
La variante delta: Brotes en Australia y China
A diferencia de Europa o de Estados Unidos, donde la transmisión comunitaria es habitual, en países como Australia bastan un puñado de positivos para confinar a un estado entero.
En China, un centenar de contagios diarios han supuesto un máximo en los últimos seis meses, lo que ha provocado el cierre de aeropuertos y líneas de trenes. Las autoridades sanitarias de Wuhan, donde empezó todo, han comenzado a hacer test a sus 11 millones de habitantes.
Ante el rebrote de Nanjing, el virólogo chino Zhang Wenhong ha afirmado que el virus no desaparecerá y que el fin del coronavirus no llegará nunca, será necesario coexistir con él.
El fin del coronavirus no llegará mientras sigan existiendo desigualdades en el reparto de vacunas
En la encuesta de Nature, un 45 % de los expertos creía que el coronavirus no desaparecerá por la insuficiente distribución de las vacunas en el mundo.
El debate y los planes de una tercera dosis entre los países ricos ahondan en esa hipótesis. Mientras Israel administra un tercer pinchazo y Francia, Alemania y Reino Unido lo anuncian para septiembre, la Organización Mundial de la Salud (OMS) pide que lo retrasen para no abrir aún más la brecha en la vacunación global.
El organismo calcula que ese refuerzo necesitará unas 440 millones de dosis de la oferta global, que serían más útiles si se enviaran a países de ingresos medio-bajos y bajos, donde más del 85 % de las personas, unos 3.500 millones, no han recibido ni un solo pinchazo.
Una posibilidad del fin del coronavirus más favorable sería la de un patógeno transmisible pero cada vez más leve.
¿Será ese el contexto de las próximas olas, si las hay? ¿Podría evolucionar el virus a versiones menos agresivas? ¿Qué significará exactamente que el coronavirus sea endémico? Estas preguntas siguen sumándose en el laberinto de la pandemia.
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