Lectura fácil
La música puede llegar a tener sorprendentes aplicaciones. En el campo de la medicina se lleva mucho tiempo investigando con ella, llegando a interesantes resultados sobre sus aportes terapéuticos. También en la psicología se exploró sus usos al ver que conectaba estrechamente con nuestras emociones, convirtiéndose en una potente herramienta, o arma. Tanto es así que se empezó a explorar sus usos para cuestiones no tan bondadosas, como la tortura o el adoctrinamiento.
Así pues, en su libro 'Sonidos desde el otro lado del muro', la escritora Elsa Calero-Carramolinos, empezó a investigar sobre el uso que el régimen franquista español había estado haciendo de la música. En este afán por dar forma a su libro, se sumergió por completo en las cárceles de aquella época y en lo que se vivía en ellas, encontrando cuestiones muy singulares sobre el uso que se le daba a las canciones y que iban mucho más allá de una simple formalidad institucional.
La música como elemento de adoctrinamiento
Para la escritora e investigadora posdoctoral de la Universidad de Barcelona, que puso hablar sobre su libro en una entrevista para el medio El Cultura, explicaba que tras sus investigaciones, pudo ver claro el objetivo de Franco con el uso de la música en las cárceles.
“Se trataba de un programa de adoctrinamiento moral y patriótico en los valores que defendía el régimen. Esto podemos verlo en el canto obligado de los himnos o en la programación de piezas musicales que ‘escondidas’ tras un velo de distracción, pretendía aleccionar a los detenidos en una idiosincrasia ideológica y estética clara, aquella que defendía el nacional-catolicismo", explica Calero-Carramolino.
"Sin duda era propaganda estatal, de cara a los detenidos, a quienes se les prometía la reducción de la condena si participaban en estos programas de reeducación, pero también de cara al exterior, acerca de la benevolencia del régimen para con sus detenidos”. Y es que como explica en su libro, las cárceles en muchas ocasiones, contaban con orquestas mayores que incluso en los pueblos donde se encontraban. Aunque este uso de la música centrado en el adoctrinamiento no es el único que encontró en sus indagaciones.
¿El Guantánamo español?
En su entrevista con El Cultural, la investigadora se atrevía a buscar otras similitudes con respecto al uso de la música contra los presos, y lo hacía con Guantánamo, la prisión estadounidense que se encuentra al sureste de Cuba y de la que es sabido que se aplican elementos de tortura de todo tipo.
Si bien Calero-Carramolino no equipara del todo lo que los estadounidenses hacen allí con sus presos con la música, como utilizarlos para interrumpir el sueño y cuestiones similares, sí que señala otras fórmulas, "como es por ejemplo la ritualización y la repetición, la obligación de cantar ciertos himnos y marchas, y la prohibición de entonar cualquier otro material musical o sonoro distinto a aquello que el régimen permitía. También se asociaban estos cantos a los fusilamientos como una forma de humillación última de los detenidos, una manera de decir ‘moriréis por nada’”.
Añadir nuevo comentario