Lectura fácil
¿Por qué nos ponemos música triste cuando estamos tristes? ¿o viceversa?, seguro que también has sentido un cambio de ánimo al escuchar tu canción favorita o te has venido arriba con el temazo de la radio. Esto se debe a que la música tiene una inigualable capacidad para conectar con nuestras emociones e incluso de modificarlas. También se dice que ayuda a las plantas a crecer, a que los fetos se desarrollen más en el vientre de su madre o que amansa a las fieras. ¿Pero y el dolor físico? ¿También es capaz de intervenir en este sentido?
Estas y otras preguntas que ha traído de cabeza a la comunidad científica, que ha visto cómo la música ha sido capaz de aliviar, no solo el dolor emocional, sino también el físico. El neurólogo mexicano Eduardo Ardían Garza Villareal, lleva 10 años estudiando este fenómeno para darle una respuesta desde la ciencia y con algo de suerte, utilizarla como medio terapéutico para algunos tratamientos y reducir los fármacos.
La música como analgésico
Las investigaciones sobre las propiedades de la música no son nuevas. Las primeras investigaciones se iniciaron en los sesenta y aún llegan a nuestros días de la mano de Garza. En estudios previos de los años noventa, el investigador Alfred Tomatis acuñó el 'Efecto Mozart', tras una investigación utilizando la piezas musicales de este compositor con sus pacientes, ya que comprobó que estas piezas tenían la capacidad de intervenir en nuestro sistema nervioso. Aunque no es lo único que se le ha atribuido a Mozart.
Un mejor desarrollo de los embriones o la mejora en las capacidades en estudiantes, como presentó la psicóloga Frances Rauches en un estudio publicado en la revista 'Nature'. Con mayor o menor base científica, lo cierto es que escuchar a Mozart siempre es un placer y no hace daño a nadie. Pero, ¿y que ocurre si prefieres escuchar a Bad Bunny?, lo que se buscó a partir de este momento era saber si cualquier tipo de pieza musical era igual de eficaz y eso es lo que se demostró más tarde.
De Mozart a Bad Bunny
“Nos dimos cuenta de que en realidad no importa el tipo de música, sino que influye más que te guste y que sea agradable para ti”, explica el investigador mexicano, que se ha centrado especialmente en plantear una evidencia clara de que las canciones que nos gustan puede funcionar como un analgésico. Para ello, Garza, junto a su equipo, reunió a un grupo de 22 pacientes que sufrían fibromialgia, una patología que te genera dolores crónicos y fatiga.
Tras someterles a pruebas físicas que realizaban después de escuchar canciones agradables para cada uno, llegaron a ver que “En este punto, sabemos que es un efecto real, que la música reduce el dolor”, explica Garza Villarreal. Y es que las canciones que escuchamos habitualmente, son un potente estímulo para todo nuestro sistema. “Hay por lo menos 20 partes de nuestro cerebro que lo procesan”, además de que ya se ha comprobado en estudios anteriores, que es capaz de generarnos dopamina, la 'droga' natural del cerebro.
Añadir nuevo comentario