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Ya son dos años de pandemia mundial, donde no han faltado las variantes, las olas por el elevado registro de contagios, las eternas cuarentenas, la esperanza de las vacunas y un sinfín de cosas a lo largo de tan solo 24 meses. Meses en los que el cansancio de las normas, aislamientos y el "no acaba nunca", superan al miedo a contagiarse por la enfermedad.
Todo el mundo desea que esta pandemia se acabe, una pandemia que ya ha pasado a estar en la mente además de en nuestro día a día físicamente al no saber qué hacer ni a quién echarle cuenta. Hartazgo por parte de los padres, niños, profesores y compañeros de las duras y eternas cuarentenas, "cuando no sale uno, entra otro", suponiendo esto el registro de las numerosas bajas entre los trabajadores, añadiendo las dudas sobre los protocolos ya que, "nadie se aclara".
Cuarentenas en primera persona
Son muchos los tipos de familia que hoy día conviven en nuestra vida, familias monoparentales, adoptivas, sin hijos, homoparental, extensa... Hoy nos centramos en las familias monoparentales, aquellas en las que solo está un progenitor, bien madre o padre con uno o varios hijos.
Sea cual sea el progenitor, hombre o mujer, la situación cuando llegan las cuarentenas por contagio y tienen hijos pequeños se complica, ya que "no vas a dejarlos solos, le tienes que hacer la comida, tienes que estar pendiente de ellos"... al igual sucede cuando son los pequeños los positivos en covid, "están malos, no sabes como le puede llegar a afectar la fiebre". Por ello son muchos progenitores los que piensan y quieren que "sus casas" se contagien a la vez para no alargar más las cuarentenas.
Marta, es madre de dos niñas pequeñas, de 4 y 7 años, la más pequeña ha estado contagiada en el último mes y nos cuenta que ellas a pesar de ello, no se han contagiado, pero que "ha sido horrible, no la he podido dejar sola en ningún momento, me pedía que la abrazara, ¿cómo le iba a decir que no?, mientras más me alejaba, más lloraba".
La psicóloga, forense y Vicedecana del Colegio de Psicología de Madrid, Timanfaya Hernández, considera que aquellas personas "que aceptan la incertidumbre, las más adaptables, las que no esperan en exceso, que no se fijan metas difíciles de obtener. Los que peor lo llevan son, en cambio, los más vulnerables y los más sensibles a no poder planificar ni proyectar", son las que mejor sobrellevan y han sobrellevado esta dura pandemia.
Además, ha querido señalar, que no teníamos experiencia y por lo tanto, se suma el no saber controlarlo, el claro ejemplo de los cambios diarios y la falta de información que nos lleva al desconcierto y genera mayor frustración. También afecta que no hay una norma común, cada sitio tienes sus normas y eso afecta sobre todo a los más vulnerables.
La esperanza de las vacunas
Aunque las vacunas ya llevan con nosotros más de un año, desde que el pasado 27 diciembre, siendo Araceli Hidalgo la primera persona en recibir la primera dosis de la vacuna, estas han evolucionado y han llegado a millones de personas de España y del mundo en general.
Una esperanza que aún sigue viva, ya que aunque lo que más cansa son las cuarentenas, el número de personas a las que se les ha tenido que decir adiós han sido menos desde su existencia y el colapso en los hospitales también ha señalado un importante descenso.
Por eso, la directora del Centro de Acompañamiento Integral a la Familia de la Universidad Francisco de Vitoria, Elena Arderius incita y anima a la positividad, siendo conscientes de que eso depende de cada persona, pero a la vez, teniendo en cuenta que cada vez la pandemia está más controlada y se puede ver un final cada vez más cerca aunque no sepamos un momento o día exacto.
Arderius, concluye con que "tenerlo todo controlado no siempre es lo mejor. Si te confinan siete días es mejor que un mes, si estás contagiado y te duele la cabeza es mejor que antes que terminabas en el hospital. Saber que podemos hacer algo para mejorar nuestra situación, nos ayuda".
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