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Las pérdidas auditivas infantiles pueden dificultar el desarrollo del habla y del lenguaje puesto que la audición es imprescindible para su aprendizaje. Es importante diagnosticar la hipoacusia lo más temprano posible y garantizar que el afectado niño reciba la atención audioprotésica y logopédica más adecuada.
¿Qué es la hipoacusia infantil?
La hipoacusia es la imposibilidad de percibir sonidos. Un niño con hipoacusia es aquel que tiene problemas de audición. La sordera es un problema bastante común en los niños, por lo que es preciso prestar atención a determinadas señales para tratar el problema a tiempo. El hecho de no reconocer ni tratar una deficiencia auditiva afecta gravemente al niño en su habilidad para hablar y para comprender el lenguaje. La deficiencia provoca un bajo rendimiento escolar, aislamiento social y problemas emocionales.
Aproximadamente de 2 a 3 bebés por cada 1.000 nacidos vivos tienen algún grado de hipoacusia al nacer. La hipoacusia también se puede desarrollar en niños que tenían audición normal cuando eran bebés. La pérdida puede ocurrir en uno o en ambos oídos.
¿Por qué se produce?
De acuerdo a estudios científicos, de uno a tres de mil recién nacidos nacen sordos. La mayoría de estos casos tienen un carácter genético o hereditario.
Los médicos piden a los padres que evalúen el comportamiento de sus bebés durante sus primeros meses de vida. Para esto es necesario estimularlos desde pequeños.
Entre los 3 y 5 meses de vida, los bebés tienden a dirigir sus miradas o girar sus cabezas hacia alguna fuente de sonido. De los 6 a los 9 meses ya el bebé puede buscar los sonidos moviendo su cabeza e incluso todo su cuerpo. Son estas las conductas naturales de esta etapa de la vida.
Si los padres tienen la sospecha de que sus hijos no oyen bien, es preciso que se dirijan a su otorrino de confianza.
Síntomas de la hipoacusia infantil
El Instituto de Otorrinolaringología y Cirugía de cabeza y cuello de Madrid ha publicado una serie de síntomas que podrían ayudarnos a detectar hipoacusia infantil.
- Si no emite sonidos o balbucea a los 6 meses.
- Si no reconoce su nombre o se estimula al oír sonidos como el teléfono.
- Si a los 15 meses no repite o imita palabras simples.
- Si a los 24 meses no puede decir al menos 10 palabras
- Si a los 36 meses no pueden decir frases de dos palabras.
- Si a los 48 meses le es imposible decir frases sencillas.
Diagnóstico
A los tres meses es posible tener un diagnóstico certero sobre el nivel de sordera de un bebé. A los 6 meses ya es recomendable recibir un tratamiento.
La instalación del cribado auditivo universal para recién nacidos es uno de los métodos más certeros para alcanzar el diagnóstico y poder ver grandes mejorías en el pequeño paciente.
Según el IOM, existen dos métodos para el estudio de la capacidad auditiva infantil: una es con las otoemisiones acústicas (OEA), con la cual se evalúa el desempeño del oído interno del bebé cuando recibe estimulación. Se trata de una prueba bastante sencilla que sirve para el cribado de la disfunción sonora del bebé y que se debe practicar a todos los recién nacidos.
Y la otra es la prueba de los Potenciales Auditivos Evocados (PEA) con los que se mide la respuesta del cerebro del bebé mediante estimulaciones eléctricas. Es así como sabrán si el oído funciona en óptimas condiciones. Se trata de la prueba más precisa de todas.
Tipos y niveles de sordera
- Hipoacusia conductiva o de transmisión: Causada por enfermedades u obstrucciones en el oído externo o medio, frenando el paso de las ondas sonoras al oído interno. Es el efecto de taparse el oído y normalmente se afectan todas las frecuencias de sonido de manera uniforme.
- Hipoacusia neurosensorial o de percepción: Son los casos en que el oído interno o el nervio auditivo se encuentran dañados. Es irreversible y a menudo se afectan unas frecuencias de sonido más que otras, escuchándose de forma muy distorsionada.
- Hipoacusia mixta: Son los casos en los que existen aspectos de pérdidas conductivas y sensoriales por problemas tanto en el oído externo o medio como en el interno.
- Hipoacusia central: Hace referencia exclusivamente a lesiones en los centros auditivos del cerebro.
La hipoacusia puede ser unilateral afectando a un solo oído o bilateral si afecta a los dos. Según los niveles se clasifica en:
- Audición normal: Se pueden oír sonidos suaves por encima de 20 dB.
- Hipoacusia leve: Entre 20 y 40 dB en el mejor oído. Cuesta entender en entornos ruidosos.
- Hipoacusia moderada: Entre 40 y 70 dB en el mejor oído. Cuesta entender sin prótesis auditiva.
- Hipoacusia severa: Entre 70 y 90 dB en el mejor oído. Hay necesidad de prótesis auditivas o de un implante coclear.
- Hipoacusia profunda: Por encima de los 90 dB. No se perciben sonidos.
¿Cómo se trata la hipoacusia?
La Asociación Española de Pediatría indica que cuando un niño es diagnosticado de hipoacusia, el tratamiento debe ser interdisciplinar con la colaboración del pediatra, otorrinolaringólogo, logopeda, psicólogo y audioprotesista.
Es fundamental en el momento del diagnóstico la colaboración con la escuela, en función de su edad, y la ayuda de las asociaciones de sordos. El tratamiento consiste en la atención temprana del bebé, un tratamiento logopédico adecuado y una adaptación audioprotésico o bien el trtamiento quirúrgico mediante un implante coclear.
Los implantes cocleares
Un implante coclear es un dispositivo electrónico que puede ayudar a oír a personas sordas. No restablece la audición normal, sino que proporciona al niño sordo una comprensión útil de los sonidos ambientales y le ayuda a comprender el habla.
Estos implantes estimulan de forma directa el nervio auditivo. Con este aparato, se evita que el oído con deficiencias se atrofie aún más. Es la mejor alternativa para usar en estos casos de hipoacusias severas o profundas donde los audífonos no obtienen resultados.
Este dispositivo posee dos partes: un externa y que se coloca justo detrás de la oreja; y una parte interna que se ajusta debajo de la piel por vía quirúrgica.
El aparato tiene un micrófono que capta los sonidos, un procesador que permite el habla y que selecciona y organiza los sonidos que el micrófono ha podido recibir.
Asimismo, posee un transmisor y receptor, además de un estimulador, que recibe ciertas señales del procesador del habla, que posteriormente se transforman en impulsos eléctricos.
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