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El 12,5 % de los jóvenes españoles con edades comprendidas entre 15 y 29 años vivía en hogares superpoblados en 2020, un 2,2 % más que en 2019, cuando fue de 10,3 %, según los datos publicados por Eurostat y difundidos por Servimedia.
Se considera que una persona vive en un hogar superpoblado si la vivienda no tiene a su disposición un número mínimo de habitaciones igual a una habitación para el hogar, una habitación por pareja en el hogar, una habitación para cada persona de 18 o más años, una habitación por pareja de solteros del mismo género entre 12 y 17 años, una habitación para cada persona individual entre 12 y 17 años no incluida en la categoría anterior y una habitación por pareja de niños menores de 12 años.
Garantizar el acceso a una vivienda forma parte del primero de los Objetivos de Desarrollo Sostenible
La posibilidad sufrir pobreza o exclusión va, a menudo, de la mano de factores externos, como la ciudad o el vecindario en el que vivimos. Pero el hogar también es un factor determinante.
La falta de una vivienda accesible se ha convertido en uno de los principales problemas de las grandes ciudades que amenaza a los derechos de muchas personas, como en este caso, los jóvenes que viven en hogares superpoblados.
En España el actual Gobierno anunció hace un par de meses, un bono de ayudas al alquiler para jóvenes; sin embargo, el país continúa teniendo el parque de vivienda social más bajo de toda Europa, lo que dificulta el acceso a la población más vulnerable. Además, el precio de vivienda y alquiler están poco regulados.
Vivir en un entorno urbano tiene una doble cara: si bien las ciudades permiten a muchas personas tener acceso a servicios como educación o sanidad, también hacen a las familias enfrentar desafíos urbanos específicos, como un coste de vida más elevado o falta de vivienda asequible.
Además, vivir en hogares superpoblados puede afectar a la salud mental de la adolescencia, al igual que afectan el vecindario o la ciudad. Los jóvenes que viven en este tipo de casas suelen estar más expuestos a la contaminación, las temperaturas extremas y los entornos que dificultan conciliar el sueño, aspectos que están relacionados con posibles problemas mentales.
Garantizar el acceso a un hogar forma parte del primero de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, destinado a erradicar la pobreza, y también de la Garantía Europea, la ambiciosa iniciativa europea que aspira a que los Estados miembro se comprometan a tomar medidas para luchar contra la pobreza y exclusión para que los jóvenes puedan tener acceso a una vivienda digna.
Una vivienda accesible para una recuperación más justa
La falta de vivienda es uno de los problemas más explícitos de esta crisis postcoronavirus que profundiza las desigualdades sociales. En ninguna parte esto es más visible que en nuestras ciudades, donde la falta de vivienda está aumentando, las tasas de desempleo se disparan y nuevos grupos de personas corren el riesgo de sufrir pobreza y exclusión social.
La red europea propuso, como forma de lograr una recuperación justa, la necesidad de fortalecer la inversión social y la inversión en infraestructura social, incluida la vivienda social y asequible.
Y desde las políticas locales también puede abordarse este importante reto. A nivel urbanístico y desde los municipios se pueden implementar muchas medidas para mitigar los efectos de la crisis: entre ellas, ofrecer viviendas dignas a las familias.
Entre los Estados miembros de la UE, Rumanía (64,7 %), Bulgaria (57,9 %), Letonia (54 %), Croacia (50,2 %) Polonia (48,5 %) y Grecia (48,5 %) registraron las tasas de hogares superpoblados más altas, mientras que Chipre (4,3 %), Malta (6,4 %), Irlanda (7 %) y Bélgica (7,8 %) computaron los parámetros más bajos.
Por su parte, las subidas más pronunciadas tuvieron lugar en Alemania (6 %) y Francia (5,6 %). En el caso de España, el incremento fue de un 2,2 %, desde el 10,3 % de 2019 hasta el 12,5 % de 2020.
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