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Este pasado viernes, Estados Unidos comenzó a vivir la vuelta a siglos pasados. Los peores presagios que se olían al comenzar la serie "El cuento de la criada" han llegado a traspasar la pantalla en pleno siglo XXI. El Tribunal Supremo de los Estados Unidos han anulado la protección al derecho al aborto vigente en dicho país desde el año 1973.
Esta decisión ha pasado a formar parte de la historia, porque entonces se decidirá si se mantiene o prohíbe dicho derecho reproductivo en cada uno de los estados.
La mayoría conservadora de la Corte Suprema ha respaldado la anulación del precedente legal establecido por el caso Roe vs. Wade de 1973 al considerar que el aborto no está protegido por la constitución estadounidense. Además han tumbado "Planned Parenthood versus Casey", otro fallo de 1992 que reafirmaba el derecho a abortar, aunque permitía a los estados legislar sobre el proceso.
Vía libre al camino de la intolerancia y la desigualdad
El aborto y su sentencia reciente no implica la ilegalización inmediata de este derecho en los Estados Unidos, pero si que se permite anular este derechos en los estados que tomen la decisión de echarlo abajo.
La decisión que tome cada estado, afectara directamente a las mujeres más vulnerables del país, y más a las que cuenten con dificultades financiera, porque tendrían que desplazarse a otros estados en los que el aborto si esté permitido.
La sentencia original de los años setenta impugnaba una ley de Mississippi que prohíbe el aborto después de las 15 semanas, incluso en casos de violación, y esta anulación privará el derecho a abortar a unas 36 millones de mujeres en edad reproductiva.
Así lo refleja una investigación de Planned Parenthood, una ONG que ofrece servicios de salud reproductiva y de aborto. Revocar la protección del derecho al aborto cambiaría totalmente la legislación sobre este derecho de reproducción sexual en algunos territorios de EEUU.
Y no solo eso, sino que millones de mujeres vulnerables se verán expuestas a recurrir a métodos nada seguros para su salud, lo que dará lugar a volver a experimentar lo que ocurría en el pasado, que muchas morían por tener que defender sus derechos a la sombra.
La situación puede extenderse a otros sectores vulnerables
Según lo aprobado, en Alabama, aquella persona que ayude a una mujer a abortar puede ser condenada a 99 años de cárcel. En Texas, la pena máxima es, literalmente, cárcel de por vida.
Unas 36 millones de mujeres en edad reproductiva siguen pendientes del mapa de los Estados Unidos para poder saber dónde podrán ejercer su derecho al aborto.
Eliminar este derecho como legal supone abocar a las mujeres a tener que experimentar de por vida una maternidad forzada, cosa que no debería de ocurrir en ningún rincón del planeta.
Pero la decisión de la ilegalización del aborto no es lo único que preocupa a los ciudadanos estadounidenses, sino que derechos como el matrimonio homosexual y el uso de anticonceptivos también podrían encontrarse en grave peligro.
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