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La ministra de Industria, Comercio y Turismo, María Reyes Maroto, ha comentado en una entrevista en Canal Sur Radio que la erupción del volcán de La Palma podría ser “aprovechada como reclamo para quien quiera ver este espectáculo tan maravilloso de la naturaleza, siempre con prudencia”.
Mientras la lava destruye hogares, ha incidido en que “es algo inédito para poderlo ver en primera persona”. Ante la duda de si se refiere a corto o largo plazo, ha explicado que “se está dando información para que los turistas puedan viajar a la isla y disfrutar de algo inédito de poder ver en primera persona”, en referencia a que no sucede algo así en España desde hace medio siglo.
Lejos de visitar La Palma en estos momentos, hay que fomentar el turismo responsable
La lava en La Palma ha provocado el desalojo de más de 6.000 personas y ya ha destruido 154 hectáreas y ha arrasado 320 edificios, flora y fauna mediante. Los medios muestran a familias llorando, desoladas al ver sus casas y propiedades desaparecer bajo el magma. Por eso, aunque ha remarcado que la visita debería ser "con prudencia", estas declaraciones de la ministra resultan desafortunadas. Si bien el turismo ha mermado considerablemente por la pandemia del coronavirus, no se trata de avivarlo de cualquier forma, y menos a semejantes prisas.
Lo cierto es que estas declaraciones sobre el volcán de La Palma recuerdan la importancia que tiene el turismo responsable, un asunto de mayor calado y en el que, de alguna forma, todos formamos parte. Sin ir más lejos, en la misma La Palma, son muchos los que aprovechan sus vacaciones para llevarse una piedra o botella de arena de recuerdo, aprovechando la singularidad de que su origen sea volcánico.
Un medio local de La Palma, El Apurón, informaba en 2013 de que estos souvenirs por la patilla pueden ser requisados en el aeropuerto con toda legitimidad. También lo vemos continuamente en estanques donde se tiran monedas o en grutas donde la gente toca las estalactitas hasta su completa degradación. Asimismo, es cada vez más frecuente observar a visitantes en galerías cuyo único fin parece ser llevarse una foto o selfie de turno, lo cual ha provocado que algunos de ellos, despistados por ir más pendientes de la pantalla, hayan destrozado un cuadro o escultura. Por eso, cada vez son más los museos, como el Prado, que prohíben hacer fotos a las obras, aunque sea sin flash. A cambio, facilitan a todo el que lo desee imágenes en altísima calidad en su página web.
En definitiva, en vez de fomentar el turismo de urgencia como ha sucedido con estas declaraciones sobre La Palma, la frágil situación que ha dejado el virus debería servir para concienciar acerca de la responsabilidad durante las visitas turísticas, ya sea cuidando el patrimonio y respetando a los ciudadanos y costumbres de otros países, como reduciendo al máximo los residuos que generamos, lo cual depende de aspectos como el transporte que escogemos para desplazarnos, la eficiencia energética de los hoteles o residencias donde dormimos o de los envases y productos que adquirimos y de su reciclaje.
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