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Pekín, 1 dic (EFE).- Cuando Jiang Lijui decidió montar su propia empresa en el sector tecnológico en China, al principio ocultó a sus clientes que era la jefa por miedo a los prejuicios machistas. Seis años después ha logrado derrotarlos al frente de un equipo que ha patentado tres innovaciones y ha duplicado el volumen de sus ventas.
"Empezar fue duro", reconoce Jiang ante centenares de personas, la mayoría mujeres, en un foro sobre liderazgo femenino en Pekín, en el que su historia de éxito al frente de su "start-up" en Shenzhen -uno de los principales centros tecnológicos de China- muestra a las jóvenes presentes que es posible triunfar en un mundo copado tradicionalmente por hombres.
Shirley Chen, directora ejecutiva del mayor banco de inversión chino, el China International Capital Corp (CICC), es otro ejemplo de ello. "La presión de la industria puede romperte", explica, debido a los continuos viajes y las largas jornadas laborales que complican la conciliación familiar.
"En el sector de la inversión solo el 20 % de los trabajadores son mujeres", señala Chen, que asegura que desde su cargo anima a sus colegas a seguir ganando presencia sin tener que renunciar a nada. "Yo animo a mis empleadas a que tengan hijos", añade.
En el mundo empresarial de la segunda potencia mundial, la presencia femenina está muy extendida, pero pocas logran romper la barrera de género que aparece especialmente en los puestos de alto nivel.
"En los últimos años, cada vez hay más talentos femeninos en el mundo del marketing y ahora son ellas las que dominan el sector", opina Gill Zhou, directora de mercadotecnia de IBM, que anima a las mujeres a "tomar riesgos" en sus carreras profesionales para reafirmar su liderazgo y romper el techo de cristal.
Durante el encuentro, varias participantes apelan a la famosa proclamación de Mao Zedong, "Las mujeres sostienen la mitad del cielo", interpretada como un grito por la igualdad entre mujeres y hombres que, sin embargo, nunca ha llegado a materializarse en el país asiático.
Según el último informe del Foro Económico Mundial (FEM) sobre la igualdad de género, China se encuentra en el puesto número 100 de 144 países debido a que la segunda potencia mundial no ha conseguido, pese a su gran progreso -especialmente económico-, distribuir los beneficios del mismo de forma igualitaria.
El mismo informe señala que si China lograra mejorar la igualdad su economía podría incrementarse en 2,5 billones de dólares. Por eso, los expertos reivindican que el empoderamiento femenino no es solo una cuestión de derechos o justicia social, sino la única vía de desarrollo sostenible a nivel global.
Aunque el presidente Xi Jinping ha defendido en repetidas ocasiones su compromiso con el desarrollo de la mujer y la igualdad de género, ellas siguen sin estar presentes en las altas esferas de poder, tanto en el ámbito empresarial como en el público.
Recientemente, Human Rights Watch (HRW) denunció que, aunque la ley china prohíbe la discriminación de género en la contratación, uno de cada cinco empleos que se ofrecen para la administración pública china especifican una preferencia o requisito de ser hombre.
Además, la presencia femenina continúa siendo insignificante en la cúpula del Partido Comunista (PCCh), donde solo una mujer forma parte del Politburó, uno de sus máximos órganos rectores, compuesto por veinticinco personas.
"Necesitamos tener más mujeres entre los altos directivos de las empresas y en los puestos de liderazgo de un gobierno. El Gobierno tiene que desempeñar su papel para cambiar la cultura de género", defiende durante el foro la embajadora australiana en China, Jan Adams.
Sin embargo, la represión gubernamental ejercida contra cualquier movimiento social, incluido el feminismo, silencia la lucha contra la discriminación en China, donde, por ejemplo, la mayoría de las víctimas de violencia de género siguen aún en la sombra al considerase un "asunto privado".
"La igualdad de género es una gran causa", dijo Xi cuando pronunció su primer discurso como presidente en la Asamblea General de la ONU en 2015, el mismo año en el que detuvo a cinco feministas que preparaban una campaña contra el acoso sexual.
Jèssica Martorell
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