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El envejecimiento es una etapa en la que hay que gestionar una serie de transformaciones, no solo físicas, sino también emocionales. En ocasiones, las limitaciones propias de esta edad pueden transformarse en irritabilidad, lo que obliga a los cuidadores a utilizar tácticas para gestionar de la mejor manera posible los cambios de humor en los ancianos.
Según datos que maneja TK Home Solutions, a un 12 % de las mujeres y un 6 % de los hombres mayores de 65 años les cuesta sentarse o levantarse, una situación que puede transformarse en irritabilidad en su día a día.
Motivos de la irritabilidad en los mayores
Entender las razones que provocan el mal humor en los ancianos es fundamental para proporcionarles los mejores cuidados. Los expertos de TK Home Solutions nos muestran algunos de los motivos que pueden causar irritabilidad:
- Problemas de salud: Muchos ancianos sufren dolor crónico derivado de enfermedades como la osteoartritis o la fibromialgia. Este constante malestar, no solo limita la movilidad, sino que también impacta en las actividades diarias, lo que genera ansiedad. Además, también son frecuentes los trastornos del sueño, como el insomnio, que puede traducirse en fatiga y mal humor.
- Depresión o demencia: La depresión en los mayores no siempre se manifiesta de la misma forma. La irritabilidad puede ser un síntoma que esconda una profunda sensación de malestar. Y en las primeras fases de la demencia, la pérdida de memoria y la confusión provocan frustración y enfadado, ya que la comunicación se ve limitada.
- Una etapa de cambios: La muerte de seres queridos es un duro golpe en la vida de los mayores y puede desencadenar sentimientos de tristeza y malestar. Además, el aislamiento social intensifica la sensación de soledad y desconexión, lo que da lugar a cambios de humor.
- Ajustes en la independencia: Cuando el anciano ve que disminuye su autonomía, ya sea debido a limitaciones físicas o cognitivas, puede sentir abatimiento o resentimiento. Además, la percepción de depender de los demás puede afectar a su autoestima. Para mucho, la adaptación a una vida menos activa o a cambios en su rutina diaria conlleva desajustes emocionales.
- Efectos de los medicamentos: El tratamiento de las condiciones médicas comunes en la tercera edad, como la hipertensión o la diabetes, a menudo implica el uso de medicamentos que pueden tener efectos secundarios, incidiendo en el estado de ánimo. Por ello, resulta fundamental monitorear y ajustar la medicación cuando sea necesario para mitigar estos efectos adversos.
- Cambios hormonales: En el caso de las mujeres, los cambios hormonales asociados a la etapa de madurez pueden influir en el equilibrio emocional. Las fluctuaciones hormonales desencadenan cambios en el estado de ánimo.
- Estrés financiero: Muchos tienen preocupaciones económicas derivadas de una escasa jubilación, o unos gastos excesivos como consecuencia del incremento de la factura energética o el precio de los alimentos. La incertidumbre financiera puede generar estrés y alterar la tranquilidad del mayor.
- Frustraciones tecnológicas: La dificultad para adaptarse a las nuevas tecnologías genera frustración, especialmente en una sociedad cada vez más digitalizada. La brecha tecnológica provoca que los mayores se sientan poco competentes.
- Autopercepción del envejecimiento: La aceptación de los cambios físicos y emocionales asociados con la vejez es difícil de gestionar para algunos. La resistencia a evolucionar hacia una nueva etapa en la vida puede afectar al estado de ánimo de algunas personas.
Falta de estimulación mental
La ausencia de actividades estimulantes contribuye al aburrimiento. La estimulación mental es clave para mantener la salud emocional y prevenir el deterioro cognitivo del mayor.
Cuidar a los mayores que experimentan una constante irritabilidad es todo un reto que requiere paciencia, cariño y atención individualizada. Por ello, mantener una buena comunicación desde la empatía es la base para conseguir conectar con ellos. La escucha activa es esencial. Hay que prestar atención a las preocupaciones que expresan en voz alta e intentar interpretar las emociones subyacentes.
Los mayores pueden necesitar más tiempo para expresar sus sentimientos. Hay que permitir que hablen a su ritmo, sin interrupciones, para poder detectar qué es lo que necesitan en cada momento. Ante una respuesta emocional intensa no hay que reaccionar negativamente, sino crear un espacio seguro donde puedan expresar sus sentimientos sin sentirse juzgados.
El manejo del dolor crónico es fundamental para mejorar el bienestar general del mayor. Es necesario colaborar estrechamente con los profesionales de la salud para tratar el malestar de manera efectiva, lo que implica tanto el uso de medicamentos como de las terapias recomendadas, según cada necesidad.
Disfrutar de un sueño saludable es crucial para reducir la irritabilidad. Hay que establecer rutinas nocturnas que fomenten un ambiente propicio para el descanso y lograr que el dormitorio sea un lugar cómodo y tranquilo para mejorar la calidad del sueño del anciano y hacer que se sienta a gusto. Además, puede ser necesario abordar problemas específicos, como la apnea del sueño.
Fomentar la participación en actividades de grupo es una estrategia efectiva para contrarrestar el aislamiento social y desterrar el aburrimiento. Tener tiempo de ocio con otras personas estimula la mente y aleja la sensación de soledad, por lo que hay que animar al anciano a que acuda a centros de día, que realice ejercicio físico adaptado a sus posibilidades o que disfrute de clases en un área de su interés, como música, lectura o pintura.
La familia desempeña un papel crucial para lograr que el mayor se sienta feliz. Hay que programar visitas regulares y facilitar la comunicación del anciano con familiares y amigos, construyendo así una red de apoyo emocional a su alrededor que puede levantar su estado de ánimo en caso necesario.
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