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En los últimos meses, ha aumentado significativamente la llegada de migrantes a las costas de Ceuta y las Islas Canarias, un fenómeno que refleja una crisis migratoria sin precedentes. Según Mohammed Kebaili, de Accem Murcia, las personas no emigran por capricho, sino que buscan escapar de situaciones políticas y sociales adversas. La migración, impulsada por guerras y pobreza, se ha convertido en una lucha diaria por sobrevivir en busca de un futuro mejor.
Aumento de la migración, ¿por qué?
En los últimos meses, las costas de Ceuta y las Islas Canarias han visto un aumento significativo en el número de migrantes que intentan llegar a Europa. Este fenómeno, aunque no es nuevo, ha alcanzado una magnitud alarmante.
Las personas que se embarcan en esta peligrosa travesía no lo hacen por capricho, sino por la necesidad de escapar de situaciones extremas en sus países, como la violencia, la pobreza y los conflictos armados.
Según Mohammed Kebaili, responsable de Accem, estas personas buscan un futuro mejor, impulsadas por la desesperación y la esperanza de encontrar una vida más digna.
A pesar de los riesgos que enfrentan, muchos están dispuestos a arriesgarlo todo para escapar de la miseria y la opresión, lo que convierte la migración en una cuestión de supervivencia.
En 2024, Canarias ha superado las 40.000 llegadas irregulares, estableciendo un récord histórico. Además, Ceuta ha experimentado un aumento del 126 % en las llegadas por vía terrestre.
Diversos factores están detrás de este fenómeno, entre ellos la inestabilidad política y los conflictos armados en África y el Medio Oriente, así como la crisis económica que ha empeorado tras la pandemia. Para muchos migrantes, la pobreza extrema y la falta de oportunidades hacen que la migración sea la única salida viable en busca de una vida mejor.
Ceuta y las Islas Canarias, un desafío peligroso
La travesía hacia Ceuta y las Islas Canarias es un desafío extremadamente peligroso dentro de la migración, marcado por condiciones meteorológicas que influyen directamente en la cantidad de migrantes que intentan llegar.
Durante los meses de invierno, entre febrero y junio, la actividad migratoria tiende a disminuir debido a las malas condiciones climáticas, con mares más agitados y temperaturas frías que complican la travesía.
A pesar de los riesgos de la migración, como el mal estado de las embarcaciones, la falta de suministros y la posibilidad de ser interceptados por las autoridades, el sueño de alcanzar Europa y la esperanza de un futuro mejor son más fuertes que el miedo. Para muchos, esta travesía es una cuestión de supervivencia.
Inestabilidad política y económica sin solución
Las previsiones a corto plazo sugieren que la migración continuará siendo un desafío, impulsada por la inestabilidad política y económica en los países de origen. A pesar de los esfuerzos de externalización de fronteras en Europa, como las medidas de Italia, expertos como Mohammed Kebaili advierten que estas políticas solo incrementarán las rutas ilegales y el poder de las mafias.
Por ello, la clave para frenar este fenómeno es actuar en los países de origen, ofreciendo soluciones que promuevan el bienestar y la igualdad, evitando que las personas se vean forzadas a emigrar por desesperación.
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