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En el marco de la Estrategia de Participación de Infancia y Adolescencia de Fiapas (Confederación Española de Familias de Personas Sordas), niños con sordera pertenecientes al Movimiento Asociativo de Familias-Fiapas reclaman “aprender y jugar en igualdad, independencia y recursos suficientes".
Entre las peticiones de estos niños, destacan ”participar en las decisiones que les afectan”; “aprender y jugar en igualdad de condiciones que los demás niños y niñas”; “ser independientes”, y “sentirse capaces”.
Para ello, exigen tener a su alcance recursos y productos de apoyo como sistemas de frecuencia modulada, subtitulado, bucle magnético (para usuarios de audífonos e implantes auditivos) o intérprete en lengua de signos (para los que comuniquen en esta lengua). También piden contar con profesionales formados en las necesidades de las personas con discapacidad auditiva.
La discapacidad auditiva de los niños plantea un reto para las familias de niños con sordera y para los educadores
Se trata de darle a los menores con hipoacusia la posibilidad de tener un desarrollo educativo que les permita su inclusión, pero que respete y entienda sus diferencias y potencialidades.
El tamizaje auditivo neonatal es fundamental para lograr el diagnóstico precoz y el tratamiento indicado y empezar, entonces, el proceso de rehabilitación auditiva.
Según la OMS, cerca del 20 % de las personas que padecen pérdida de audición pueden mejorar con dispositivos de ayuda auditiva, tales como los audífonos y los implantes cocleares, así que es relevante tener acceso al tratamiento y la atención oportuna.
Por su parte, la Fundación Unir, de la Universidad de la Rioja, en España, recuerda que el primer paso (por lo demás esencial) es lograr el aprendizaje del lenguaje por parte de los menores, porque de allí se desprende la continuación de todo el desarrollo cognitivo y el posterior proceso educativo. Esta fundación aboga porque los niños hipoacúsicos puedan estudiar en aulas tradicionales, para que desarrollen todo su potencial en igualdad de condiciones que los otros menores oyentes. Pero para lograrlo hay que ir paso a paso y atender a sus demandas.
¿Pueden los niños con sordera asistir a clases en aulas tradicionales? La respuesta es: sí, claro
Sin embargo, más del 40 % de los alumnos con sordera no cuenta con recursos personales de apoyo en su centro educativo. En concreto, solo el 58 % de los estudiantes con problemas más o menos severos de audición declara que sí tiene o tuvo algún recurso –como un profesor de audición y lenguaje o un intérprete de lengua de signos– durante todo su periplo educativo. El resto se las tuvo que apañar sin ello, según datos del estudio sociológico Situación socioeducativa de las personas con sordera en España, realizado por la Confederación Española de Familias de Personas Sordas (Fiapas) en colaboración con el Ministerio de Educación.
El informe, realizado a partir de 793 encuestas a alumnos con sordera, señala que estos estudiantes se reparten por la red educativa en parámetros similares al resto de la población (71 % en centros públicos, 22 % en la escuela concertada) y que la mayoría, un 77 %, está escolarizado en la modalidad de inclusión (en centros ordinarios).
Entre los indicadores de rendimiento escolar, su tasa de repetición es similar a la de la población general (un 30 % ha repetido un curso, exactamente como el resto), como ocurre con la de graduación. Sin embargo, las personas con sordera no transitan hacia la universidad en la misma medida que los que no la tienen: el 23 % de los jóvenes con entre 18 y 26 años acude a un campus a estudiar. Este dato es nueve puntos inferior al del conjunto de la población (32 %).
Los niños con sordera usuarios de dispositivos auditivos, sin duda, pueden llevar una vida como la de los demás menores.
Su condición auditiva no debe representar una limitante, sino una manera diferente de estar en el mundo.
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