En 2022, las bombas de racimo causaron heridas o muertes a al menos 1.172 personas en todo el mundo, con un 95 % de víctimas civiles, según el informe anual de la Coalición contra las Bombas de Racimo (CMC).
La falta de acción en la creación de estas zonas y la demora en su implementación afectan significativamente a la calidad del aire y la mitigación del cambio climático.