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El osteosarcoma, un tipo de cáncer óseo particularmente agresivo, afecta principalmente a jóvenes entre los 10 y los 20 años. Este tumor se caracteriza por una complejidad genética que ha desafiado durante décadas a la comunidad científica, impidiendo avances significativos en sus tratamientos.
Sin embargo, un grupo de investigadores en España ha dado un paso crucial al descifrar los intrincados mecanismos genómicos que impulsan el desarrollo de esta enfermedad. Este hito, descrito recientemente en la revista Cell, abre nuevas perspectivas para su comprensión y tratamiento.
¿Qué es el osteosarcoma y por qué es tan complejo?
Los científicos, provenientes de instituciones como el Instituto Europeo de Bioinformática (EMBL-EBI), el University College London (UCL), y el laboratorio de Genomics England, lograron identificar las causas subyacentes de las reordenaciones genómicas que alimentan el crecimiento del osteosarcoma. Además, descubrieron un biomarcador clave que podría permitir anticipar la evolución de la enfermedad. Este avance es resultado del análisis detallado de genomas completos de pacientes, utilizando tecnologías de secuenciación que facilitan la lectura de largas cadenas de ADN.
El equipo detectó un mecanismo mutacional inédito, al que denominaron cromotripsis por pérdida-translocación-amplificación (LTA). Este fenómeno, presente en alrededor de la mitad de los casos de osteosarcoma de alto grado, se caracteriza por la fractura y reorganización caótica de los cromosomas en las células tumorales. Según Isidro Cortes-Ciriano, coautor principal del estudio, estas alteraciones genéticas habían sido reconocidas previamente, pero hasta ahora no se comprendía cómo se originaban ni cómo impactaban en la progresión de la enfermedad. Mediante la secuenciación de regiones específicas de los tumores y el análisis de sus patrones de inestabilidad cromosómica, los investigadores lograron desentrañar este misterio.
El análisis genómico a gran escala también reveló que los tumores continúan adquiriendo anomalías cromosómicas a medida que avanzan. Este comportamiento permite a las células cancerosas adaptarse y resistir los tratamientos convencionales, como la quimioterapia y la cirugía. Además, los hallazgos no se limitan al osteosarcoma: los investigadores observaron que otros tipos de cáncer también presentan cromosomas inestables similares, lo que sugiere una relevancia más amplia para el estudio de diversos tumores.
Otro aporte significativo del trabajo es la identificación de un biomarcador pronóstico basado en la pérdida de heterocigosidad (LOH, por sus siglas en inglés). Este fenómeno ocurre cuando se elimina una copia de una región genómica, y su detección podría ayudar a distinguir a los pacientes que no responderán bien a tratamientos intensivos. Adrienne Flanagan, coautora del estudio, destaca que este descubrimiento podría evitar que ciertos pacientes sean sometidos a terapias con efectos secundarios severos y poco beneficiosos.
Posibles avances en tratamientos personalizados
Jaume Mora, experto en oncología del Hospital Sant Joan de Déu, compara la dinámica del genoma del osteosarcoma con una explosión en cadena: un evento inicial genera múltiples desestabilizaciones subsecuentes, alimentando la progresión del cáncer. Este avance científico, posible gracias a herramientas bioinformáticas avanzadas, desentraña un "puzle que parecía irresoluble" y abre la puerta a estrategias más precisas para enfrentar una enfermedad tan compleja.
Este logro representa un paso significativo hacia una comprensión más profunda del osteosarcoma. Aunque los tratamientos actuales aún dependen de métodos invasivos y limitados, los nuevos hallazgos podrían allanar el camino para terapias más efectivas y personalizadas, no solo para este cáncer, sino también para otros tumores que comparten características genómicas similares.
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