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Llevamos dos décadas viviendo un importante flujo de migraciones desde diversos países hacia el continente europeo. Guerras, sistemas autoritarios, hambre o persecución política, han sido algunos de los principales motivos que han contribuido a este flujo de personas. Algo a lo que Europa ha respondido con una política antimigración que ha ido mostrándose cada vez más agresiva en los requisitos para atravesar las fronteras.
Debido a esta notoria agresividad, hubo un cambio de estrategia en esta política antimigración, trasladando las fronteras a países de fuera de Europa. Sin embargo, esto no ha sido suficiente ni para frenar los movimientos migratorios ni para quedar exentos de responsabilidades, solo ha conseguido señalar lo alejadas que se encuentran estas políticas del respeto a los derechos humanos universales que defienden estos mismos países europeos.
La política antimigración europea explicada por una experta en la materia
Son varios los ejemplos que rozan el incumplimiento de los derechos humanos que deja tras de sí la política antimigración europea. La última que hemos presenciado han sido los recientes naufragios ante las costas italianas frente a la mirada impasiva del gobierno de Giorgia Meloni y las barreras impuestas a los barcos de salvamento de algunas ONGs. España tampoco se queda atrás con la situación en las vallas de Ceuta y Melilla y las acciones tomadas contra los migrantes.
Pero no son los únicos. Grecia, Reino Unido, Hungría o Polonia se suman a la aplicación de políticas de dudoso respeto a los derechos de las personas migrantes. Gran parte de la política antimigración que se están aplicando en Europa, muestran claras agresiones en cuanto a materia de humanidad y respeto a la vida. Así lo ve Gemma Pinyol, doctora en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales por la Universidad Complutense de Madrid y directora de políticas migratorias en Instrategies.
"Estamos viendo cosas que jamás pensamos que veríamos. Y todo avanza a mucha más velocidad. Pero la construcción del relato, sobre la migración irregular primero y sobre los refugiados después, como una amenaza para la seguridad lleva ya 20 años instalado", sostiene la experta en una entrevista concedida al medio digital Público.es.
Un relato que destruye derechos
Este relato del que nos habla la doctora en Ciencias Políticas, es la base sobre la que se ha construido la actual política antimigratoria europea y es a su vez el que se sostiene en los medios de comunicación para que la población general acepte y normalice las muertes en las aguas del Mediterráneo, las condiciones de los campos de refugiados en situaciones infrahumanas o los disparos con bolas de goma a personas que han caído desde una valla de varios metros de altura, a las costas cercanas.
"Hemos visto cómo se desmantela el sistema de asilo internacional y cómo aumenta la militarización de las fronteras, y en lo único que todos los estados de la UE están de acuerdo es el perseguir la migración irregular, pero no se avanza en acogida de refugiados", señala Pinyol. El problema se gesta en el momento en el que la aplicación de la política antimigración diluye la división entre migrante "irregular" y un refugiado, ya que estos segundos están siendo tratados de la misma forma que los primeros.
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