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El Senado se convirtió en escenario de un debate clave sobre el impacto de entornos digitales en niños, niñas y adolescentes. En colaboración con la Fundación Orange y Save the Children, se celebró una jornada que reunió a expertos de diferentes ámbitos para reflexionar sobre los peligros y oportunidades que ofrece el mundo digital a los menores.
El evento se enmarcó en la presentación del estudio Infancia y adolescencia en entornos digitales, realizado junto a GAD3, que analiza el papel de la tecnología en la vida de los más jóvenes.
Entornos digitales, un espacio sin vigilancia no es opción
Durante el encuentro, el presidente del Senado, Pedro Rollán, advirtió sobre la exposición de los menores en los entornos digitales a peligros como la pérdida de intimidad, la violencia o incluso amenazas a su integridad física. “No dejaríamos a un niño solo en una ciudad desconocida; de la misma forma, no podemos permitir que navegue solo por Internet”, afirmó. Insistió en la necesidad de un debate colectivo, involucrando familias, escuelas, científicos y políticos.
Rubén Pérez, secretario de Estado de Juventud e Infancia, fue contundente: “El entorno digital no puede seguir funcionando según la ley de la selva”. Señaló la responsabilidad que tienen las empresas tecnológicas, aunque subrayó que no es suficiente confiar en su autorregulación. Desde su ministerio, se está promoviendo una legislación que proteja de forma activa los derechos digitales de los menores.
Save the Children: urgencia de actuar
Andrés Conde, director general de Save the Children, apuntó que los niños no son verdaderos “nativos digitales”, sino más bien “huérfanos digitales”, expuestos a un sistema de entornos digitales diseñados sin tenerlos en cuenta. Alertó sobre la necesidad urgente de crear herramientas legales y técnicas que garanticen un entorno digital respetuoso con los derechos de la infancia.
Los datos del informe muestran una clara conciencia entre los adolescentes sobre la necesidad de cambiar sus hábitos en los entornos digitales. Un 93 % reconoce que debería modificar su comportamiento con las pantallas. Las principales medidas que proponen son reducir el tiempo de conexión (54 %), hacer más ejercicio (39 %) y evitar dormir junto al móvil (34 %).
Respecto a la ciberseguridad, tanto adolescentes como adultos reconocen no saber cómo proteger su información personal, y muchos no saben identificar noticias falsas. Esta falta de conocimiento refuerza la importancia de la formación digital.
¿Quién debe educar digitalmente?
El estudio también desvela diferencias en torno a los responsables de educar en el uso de la tecnología. La sociedad general y los expertos señalan a las familias como principales educadores, pero muchos padres delegan esa función en profesores, empresas y gobiernos. Además, las madres afirman vigilar de cerca la actividad online de sus hijos, mientras que los padres se ven más como orientadores.
Inteligencia Artificial: oportunidades y cuidados
Finalmente, se discutió el papel de la Inteligencia Artificial. Aunque se reconoce su utilidad educativa, se insistió en que debe ser utilizada bajo una supervisión adulta constante para asegurar un desarrollo ético, creativo y seguro para los menores.
Este encuentro dejó claro que proteger a los niños y adolescentes en los entornos digitales es una responsabilidad colectiva, urgente y aún pendiente de consolidarse en políticas efectivas.
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