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El agua es un recurso imprescindible para la vida en el planeta. Sin embargo, debido a su mala administración y a las consecuencias del cambio climático, los recursos hídricos se han visto mermados durante estos años, generando importantes sequías que ponen en peligro cultivo, la vida de animales y la nuestra propia. Durante esta Semana Mundial del Agua, que empieza a celebrarse desde hoy 22 de agosto, hasta el próximo 24, la comunidad internacional quiere concienciar sobre este recurso vital.
Además, la temática de este año pretende dar especial visibilidad a las aguas subterráneas, recursos hídricos que se encuentran bajo la superficie de la tierra, poniendo el foco en la importancia del tipo de abastecimiento que suponen y lo necesario que es cuidarlas de la contaminación para poder hacer uso de las mismas. En 2022 nos vemos atravesando por una etapa muy dura de sequías en el mundo, que ahora se esta haciendo notar especialmente en Europa central y España.
Sequías en Europa y España
Según datos del Observatorio Europeo de la Sequía, durante este verano, las sequías están afectando casi a la mitad del territorio europeo. Concretamente, el 47 % se encuentra actualmente en prealerta y el 17 % ya está en alerta por la disminución de los recursos hídricos. Esta situación ha dejado imágenes pintorescas, como dejar a la vista buques Nazis hundidos en el Danubio durante la Segunda Guerra Mundial, a la par de alarmantes.
La escasez del agua, además de sequías importantes que están dejando los embalses bajo mínimos, también tienen otros costes económicos que se generan como daños colaterales. Por ejemplo, la reducción de aporte eléctrico por parte de las empresas que trabajan con energía hidráulica, la que se produce mayormente en presas, algo que no viene nada bien ahora mismo teniendo en cuenta las circunstancias de crisis energética por la que atraviesa el continente.
A esto se le suman otras consecuencias, concretamente en España, como el aumento en la inversión, superando los 300.000 millones de euros, en desaladoras para poder hacer frente a las demandas de agua en las zonas de costa especialmente. Y es que los embalses españoles se encuentran actualmente en apenas un 37,9 % de sus capacidades, una de las peores cifras desde 1995. Situación que también impacta fuertemente en la industria agrícola y ganadera, que por supuesto es la primera en sentir los efectos de las sequías.
Un trabajo que es de todos
Esta claro que el ahorro y la mejor administración del agua es lo que nos ayudará a evitar mayores sequías a futuro. Pero no es el único camino. En estos días vemos como los embalses se quedan vacíos, mientras que a la par las calles de ciudades se ven desbordadas por torrentes de aguas debido a las lluvias. Este desajuste viene derivado por causa del cambio climático, la verdadera raíz del problema, que necesita ser atajada en conjunto entre instituciones públicas y privadas, pero también desde casa y a través de nuestro poder como consumidores, exigiendo mayor responsabilidad ambiental a las empresas.
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